creo que cada uno de nosotros es diferente, y en eso todos somos iguales. nuestras diferencias, aunque continuas en lugar de discretas, están acotadas por arriba, por abajo, por un lado y por el otro: ninguno es lo suficientemente distinto como para ser un perro o, digamos, un avión. no sólo no somos tan diferentes, la verdad es que somos tantos en el mundo que probablemente exista un buen grupo de personas ligeramente indistinguibles de nosotros. a la hora de dar un consejo tengo eso en mente siempre, pues estoy seguro de que no todos los consejos sirven para todos; los míos me quedan un par de tallas grandes por si hubiera alguien a quién le quedaran también. aclaro todo esto porque voy a escribir de una forma que podría parecerce a dar consejos. cuando busques a alguien -y por supuesto me refiero a buscar buscar- me imagino que es importante que te haga reír y que puedas hacerle reír. aunque la belleza puede escaparse, no voy a andar diciendo que es despreciable; supongo que como con otras cosas, si no te gusta, no te va a gustar nunca. por supuesto debes tener de qué platicar, interesarte genuinamente en lo que hace y aceptar que existe una posibilidad real de que esa persona te llegue a conocer por completo y no hacer nada para evitarlo. no sé en realidad qué me llevó a escribir esto hoy, pero yo te propondría que encuentres una persona con la que puedes estar en silencio, juntos en la misma habitación así nada más sin decir nada y sin que eso te moleste. es todo.
