domingo de calificar

justo ayer me decían que no debía darle tantas vueltas a las cosas. no estoy seguro poder. intento no pensar en esto demasido, pero no puedo evitarlo. calificar los exámenes de la olimpiada nunca es sencillo para mí. es decir, lo es, bastante, el patrón es fácil de aprender después de un rato y calificamos mil exámenes un sólo cinco o seis horas. la cosa es que me da no sé qué de que les vaya tan mal. los exámenes que sí pasan no los reviso dos veces, pero los que no pasan los reviso hasta dos o tres, haciendo la suma con calculadora para estar seguro. pienso que a lo mejor se les fue mal el lápiz y sus respuestas están desfasadas, pero eso no les suele ayudar mucho. a veces leo su nombre y trato de imaginar algo, pero por lo general prefiero no hacerlo. son cientos de chicos que no conozco, que no conoceré este año y que con probabilidad alta no conoceré nunca en tanta olimpiada. son chicos que a lo mejor no saben bien de qué trata el concurso o por qué están ahí haciendo ese examen, pero que definitivamente no conocerán más, no por ahora. me da miedo que sus sueños terminan ahi tirados en el piso de mi departamento que ni siquiera está en el mismo estado que ellos, todos sus exámenes en un enorme montón marcados con un número entre tres y cincuenta y nueve que significa que hasta ahí llegan. no debería pensar tanto. pero luego pensamos en tal vez subir el corte, menos gente todavía. es raro que alguien que saque muy pocos puntos en esta etapa siga adelante pero supongo se puede dar, siempre que no subamos el corte. después de un rato calificar se vuelve casi un juego, y cuando hay un examen pésimo me da más bien coraje que tengan una bien, busco nombres raros; les pedimos la mitad del examen bien para pasar y sólo la décima parte puede, si acaso, hay cosas verdaderamente espantosas y lo pienso no quiero que todos pasen, no tiene sentido; pero quisiera poder ayudarles, hacer algo. es un concurso, es un concurso, es un concurso.