hace unas pocas semanas -sí, escribo pocas porque soy muy propenso al drama- yo estaba en un lugar muy oscuro en mi vida, posiblemente uno de los peores. cuando anticipaba escribir sobre el año que terminaría, pensé que no tendría más que aceptar la derrota y perder el año -haciendo una analogía académica, pues- y mis patadas de ahogado serían algo por las líneas de "Me han humillado, me han ignorado y han abusado de mi confianza y mi generosidad," queriendo ser, como siempre, mucho muy dramático, y como preámbulo a mi dramatiquísima conclusión de que "No por eso me voy a guardar, no por eso me voy a callar, no por eso voy a dejar de darlo todo, siempre" que sería una especie de relanzamiento de mi golpeada vida en fecha cabalística.
todo cambió muy rápido y creo que fue evidente y visible para mucha gente. en el último mes he sido de lo más feliz, alegre, creativo y sociable que recuerdo haber sido. pasé de mi peor a mi mejor momento en cuestión de días y no creo que haya sido accidente: estaba cansado de estar mal.
primero, quiero que quede claro que me esforcé y que lo busqué. lloré como Magdalena, como personaje de leyenda popular, en muchos lugares y sin control; fui al médico, me cuidé con dieta y ejercicio, y traté de ser consistente -salí a correr por primera vez en años-; retomé mi diario terapéutico y no falté a mis sesiones, reflexioné por mi cuenta, hacía ejercicios y no descuidé mis pastillas; me esforcé por leer, por dibujar, por trabajar; busqué a mis amigos y a mi familia para pedirles ayuda y consejo y a veces sencillamente para hablar. esto último hizo la mayor diferencia y me empujó muchísimo hacia arriba: en el último año conocí y me rodeé de personas increíblemente maravillosas y maravillosamente increíbles que me ayudaron a veces sin querer, muchas otras queriendo.
segundo, nunca he creído -y no lo creo todavía ahora- que la depresión sea algo que te puedes sacudir y ya. que es algo que te quitas si dejas de pensar en ello, si te distraes, si sales un rato. lo que quiero decir es que uno puede dar pelea y, en mi caso, fui exageradamente afortunado y debí haberle dado uno o dos golpes certeros que me han dado ventaja. me queda claro que nada es permanente: si no lo fue el pozo oscuro, no creo que lo sea este paraíso... ¿en las montañas? lo que quiero decir es que voy a seguir dando pelea.
cuando empecé a empeorar, era una cosa tras otra que me hundía: no me sentía seguro en ningún lado, no me sentía satisfecho, no me sentía realizado ni exitoso, no me sentía apreciado ni valorado, no me sentía querido ni aceptado; cada oscuro sentimiento encendía otro y el camino hacia abajo se hizo rápido y casi sin escalas. conforme fui mejorando, se volvió más y más para mí evidente lo mal que estaba, lo encerrado que me tenía, lo poco que había convivido y arriesgado y mostrado de mí quizás en varios años. así, mientras más me abría, más daba, más arriesgaba, más satisfecho, más apreciado, más querido me sentía, que me permitía dar, arriesgar, abrirme más. el camino de vuelta arriba fue vertiginoso y mucho, muy divertido.
hoy estoy en paz con el rumbo que ha tomado mi vida -con todo y mis errores- porque son decisiones que yo he tomado, porque es lo que yo siempre he buscado y porque, encima de todo eso, soy inmensamente afortunado porque lo tengo y no lo hago mal. hoy he recordado que yo siempre he sido esta persona boba e inmadura y hoy, quizás por primera vez, siento que eso está bien. hoy me queda claro que soy diferente y eso me parece increíble.
hoy he escrito a varias personas para decirles que son de lo mejor que me pasó en mis veintisiete, gente que de verdad hizo diferencia en mi vida, incluso si los conozco desde hace un par de meses apenas, tal vez incluso menos. sin embargo, lo mejor que me pasó en el año fui yo, por una vez y para variar, y estoy feliz de haberme dado esta oportunidad.
