martes, 14 de junio de 2011

martes llamada en espera

hace más o menos dos semanas, Luis y yo tuvimos una pequeña discusión. por supuesto, no nos fuimos a dormir enojados y arreglamos todo hablándolo. la cosa era esta: Mónica estaba en la ciudad haciendo examen de admisión y mi mamá me había hablado por teléfono; era domingo, creo, y Luis había ido a ayudantía con Malors mientras yo me quedaba en casa a copiar las tareas de Saraí. hace mucho que no hablaba con mi mamá y platicamos un buen rato. varias veces se escuchó ese ruido de la llamada entrante que yo no siempre logro identificar y no le hice caso porque no sé usar la llamada en espera pero más que nada porque no quería terminar la llamada con mi mamá. era Luis, que venía para la casa, y quería saber si queríamos algo de abajo -sobre todo Mónica. para él, el teléfono suena desocupado y obviamente le preocupaba y quizás molestaba que nadie contestara. en resumen, Luis se molestó porque yo no corté mi llamada para tomar la de él. pero mi posición era distinta: yo no quería colgar para tomar ninguna llamada. 

la cosa, para mí, es así: el teléfono no está disponible. yo no quiero ese servicio -además de que no sé usarlo bien- pues si estoy hablando con alguien no quiero interrumpir esa llamada para atender otra porque se me hace una falta enorme de respeto, equivalente a dejar cualquier conversación para contestar el celular o el teléfono mismo. desde la invención de estas cosas y más que nada actualmente, parece que tenemos la responsabilidad de estar disponibles para todos, todo el tiempo. mi celular tiene que estar siempre prendido, a mi lado y con saldo, el teléfono siempre disponible y yo siempre en casa dispuesto, tengo que revisar el correo electrónico, el facebook, todos los días. creo que esto es muy diferente a, por ejemplo, querer localizar a alguien: sí, creo que el hijo tiene que tener el celular prendido para los padres si sale por la noche, o la pareja disponible si no llega a la hora acordada.

y hay gente que puede estar hablando contigo la más interesante de las pláticas pero si suena el teléfono, te abandona. te ignora para contestar el mensaje, para atender el celular. el que llama no tiene que hacer fila, no tiene que esperar, no tiene que hacer nada. nuestra cultura tiende a la falta de respeto, al desprecio en favor de la inmediatez; el que llama puede ser importante también, estar muy lejos, hablar de algo muy importante, pero hay que darle su lugar a todos.
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