"el mundo entero afuera de la hoja en blanco" dice Jis. existe una corriente chismosa de pensamiento que afirma que el peor enemigo del escritor -o del monero- es la hoja en blanco porque, dicen, está en blanco. he tenido oportunidad de escuchar algunos escritores y moneros en persona y todos parecen estar de acuerdo: hoja blanca mis pelotas, dicen ellos, hay que escribir y hay que dibujar porque hay que pagar renta y comprar comida; porque ése es el trabajo de uno. Abel Quezada lo dice todavía mejor: escribo porque si no escribo me enfermo.
toda esta palabrería sobre la hoja en blanco es una excusa para decir que me encanta ir a una papelería, familiar o industrial, y comprar una libreta y una pluma nueva. en unos días, la libreta estará doblada y las hojas se hincharán de una esquina por el sudor de mis manos y casi con toda seguridad terminará en un lugar del que ya no saldrá nunca, aunque le queden todavía unas hojas en blanco. la pluma empezará a fallar, tendrá rasguños, mordidas y cicatrices de guerra; será menos ese instrumento mágico que es y más un simple tubo de plástico con punta de metal. pero hoy la libreta huele a nueva, está impecablemente blanca y la pluma escribe como si su vida dependiera de ello.
no soy muy bueno para terminar las cosas, pero empezar algo siempre tiene este olor a esperanza que se da minutos antes de que llueva. la vida es una hoja en blanco, charlie brown.