vivo en una ciudad turística. la población aquí es sencilla de identificar: una mitad es turista, una mitad es estudiante y la otra mitad nació y morirá aquí. más en estos días de festival, estamos inundados de gente que no volveremos a ver nunca más -para bien o para mal. y hago la diferencia porque estoy seguro de haber visto al menos tres veces a cada persona en esta ciudad.
sin embargo, hoy me tocó vivir algo que no había visto en mis años guanajuatenses. iba yo en el camión a mi escuela -tarde como siempre- repleto -como siempre- con gente colgada sobre unas ventanas y con sus rostros embarrados en los cristales. la ruta que va a mi escuela -porque sólo es una- es además turística. (para que algo no sea turístico tiene que más bien ir hacia los suburbios. y no es turística porque allá no hay burros en las calles de más de un carril.) todos íbamos escuchando la voz interior. yo, además, escuchaba a jis y trino hablar sobre los impuntuales.
entonces se paró un hombre guía -que escasean por estos lugares- diciéndonos que podíamos mirar a nuestra derecha y ver el castillo de santa cecilia, que originalmente era mina pero que luego dejó de ser mina. todos voltearon a ver. yo no porque yo estaba muy ocupado viendo a los demás. todas las personas arriba del camión se abalanzaron sobre las ventanas para poder ver el castillo. por un momentó pensé que me había subido al camión equivocado y luego siemplemente supuse que todos los pasajeros eran turistas. dos paradas después, el carismatiquísimo guía de turistas se bajó junto con su grupo. pero el camión seguía estando bastante lleno. sólo se bajaron doce personas además del guía.
quiere decir que el resto de los pasajeros se olvidó por un segundo de que tenía que ir a trabajar, de que tenía que ir a la escuela, de pagar la renta, la luz y el teléfono y de algunos otros detalles de sus miserables vidas y por un par de minutos, bajo la complicidad del historiador ambulante, jugó a ser un visitante más de vacaciones.
y los entiendo: imaginarme que no voy a vivir para siempre en este lugar también me alegra mucho.