alguna vez, caminando de casa de mis abuelos a la gran plaza, en Guadalajara, algo triste o cabizbajo, un tío me dijo Pisa fuerte. no entendí y no pregunté, pero mi tío explicó Si pisas fuerte y haces suficiente ruido, a lo mejor dejas de escuchar tus pensamientos. tenía razón. estoy rodeado de personas que pisan fuerte, para no escuchar sus pensamientos; la mayoría de ellos pisa fuerte con mucho trabajo, para llenarse de actividades todo el día y no tener nunca un segundo para respirar, para pensar en lo que están haciendo, en lo que quisieran estar haciendo, en lo que se están perdiendo pues el trabajo absorbe todo y cuando se acaba lo único que hay es cansancio. mis papás, mi hermana, yo mismo, estoy lleno de trabajo. sin embargo, no importa cuánto se desborde, qué tan grande sea la presión, qué tan urgente la entrega, qué tan vital mi esfuerzo, nunca he podido dejar de escuchar lo que pienso. siempre escucho ruidos, preguntas. en la noche, frente al brillante monitor, sin querer me quedo pensando por qué, para qué. y no tengo respuesta, nunca. y nadie me contesta porque no hay nadie más ahí, estoy solo frente al monitor y tengo miedo. tengo miedo de nunca poder contestarme, de vivir huyendo. tengo miedo porque mi imaginación poderosa vence sin problemas a toda mi razón y solo, de noche cuando papá no llega estoy aterrorizado porque imagino que se accidentó, que ya no va a volver nunca; porque solo, de noche y mi novia no regresa y no llama, y no contesta mis mensajes, y no contesta mis llamadas y no sé donde está, estoy llorando de miedo porque algo le pasó, porque algo le hicieron, porque no estuve ahí para protegerla, pero sobre todo porque prefiere estar con alguien más; porque solo, de noche no importa qué tan seguro estoy de que no hay nadie en la casa, los ruidos y silencios, las luces y sombras me convencen de que hay alguien ahí, alguien ahí va a lastimarme. no quiero tapar el ruido con más ruido, pero escucho atento y no soluciono nada, y las cosas empeoran; soy un pequeño niño con miedo, tratando de armarse de valor.