sólo una Olimpiada podría impedirme venir y publicar mis tan largas y dramatizadas memorias de la Olimpiada. es curioso para mí pensar que si platico de la competencia que me alejó la semana pasada, estoy rompiendo el orden cronológico que me he tratado de imponer. pero estos eventos son para mí muy cansados. no creo, sinceramente, que haga demasiado más que la mayoría, es sólo que son mucho muy desgastantes; seguramente es sólo tanto cansancio acumulado.
al principio no lo era así. en mi primer verano hice poco, la verdad. sobre todo al principio. fue el mismo verano que salí de prepa, por lo que me ausenté mucho por estar de fiestas o por el famoso viaje de generación a la playa. además, todavía en ese verano se trabajaba una semana sí, una semana no. aunque pasaron aproximadamente veinticinco, siempre se vieron como menos pues Jacob tomó la decisión de separarlos en dos grupos: básicos y avanzados. los avanzados eran los que Jacob creía que eran avanzados, pues el criterio de antigüedad no termina de clasificarlos. el grupo era de exactamente seis: Carlos Zubieta, Valente, Josué -que ya investigué y sí estuvo el verano anterior aunque no lo recuerdo-, Coma, Luis Daniel y Cristóbal -el único que era a la vez básico y avanzado. los grupos tenían cursos en semanas distintas, así que no coincidían. los básicos se tomaron muy mal la separación, en particular en cabalístico número seis, pues se sentían sin ninguna oportunidad. así pues, en lugar de pensar que siendo un grupo más reducido con los mismos entrenadores, prácticamente el mismo material y los mismos exámenes tenía las mismas oportunidades de avanzar si se lo proponían, se dedicaron -cuando menos al principio- a quejarse y amotinarse.
así pasó en una de mis clases en el ITESM, donde una rebelión de básicos lidereada por Jezael y Lucy se encerró adentro del salón para protestar la separación mediante su no-trabajo. a la larga, Jezael -uno de los ONMAS originales- logró colarse a la selección que ese año viajó al primer Campeche, aunque fue el más bajo de los seis. como yo no tenía ganas de pelearme, ese día simplemente me fui y los dejé a su suerte.
los cursos cambiaron de sede entre el IICO y el ITESM. de los pocos cursos que recuerdo haber dado ese año fueron de congruencias, un tema que tuve que aprender bien para darlo. fui a la mayoría de la clase de números de ese año, pero nada más. no estaba tan interesado en la Olimpiada y a veces me preguntaba por qué regresaba; era mucho más divertido disfrutar mis vacaciones en las que no me hacía completamente a la idea de que en apenas unos meses habría de mudarme y dejar de ver a mis amigos. fue un verano de primeras y muy grandes pedas, de corazones rotos en las despedidas y a veces por combinación con el alcohol antes mencionado.
esta será de esas veces en que no puedo separar la Olimpiada de mi vida porque, sinceramente, ¿quién puede? escribo con facilidad y mucho gusto sobre el inicio, no sé si sea igual cuando llegue al final. probablemente esto es muy personal, pero la parte que es mía, de mi historia, es la que quiero compartir. Lucy estaba ahí, y yo sabía que estaría y ahí estaba, un año más grande, un año más bonita. pero no regresé por ella. como es normal por mi dramatismo, tenía en corazón roto de hace poco y no quería me lo volvieran a romper, mucho menos ella otra vez. así, en el último acto de madurez que he mostrado en mi vida, no la busqué. yo andaba por ahí, feliz, haciendo lo mío. y no es por mamón, pero supongo eso es finalmente lo que hace atractiva a la gente. yo me ofrecía a llevarla a su casa, porque siempre se me ha hecho de flojera andar en camión y porque no tenía nada más que hacer después del curso. casi no platicábamos en el camino, aunque me decía cosas como ¿Nunca has tomado una decisión y luego te has arrepentido por muchísimo tiempo? y yo la verdad como si no entendiera. hasta que un día, cuando se despidió, me besó para de nuevo bajarse corriendo sin decir nada. al día siguiente hablamos. yo no la quería, pero sabía que si me dejaba, no tardaría en hacerlo. y así fue como empezamos, sin empezar en realidad. lo primero que me dijo un par de días después fue Dice mi mamá que tenemos que ir a misa cada domingo.
después de eso, iba más seguido a los cursos aunque, como bien dijo Jacob: Tú nada más vienes a ver a tu novia, ¿verdad? yo sabía que la decisión de la delegación no estaría en mí y sinceramente no recuerdo haber calificado ese año. ya sabía que la delegación estaba prácticamente hecha y me tomé las cosas tranquilas. el último examen -que en esos tiempos se hacía durante el verano, pero se anunciaban los resultados ahí mismo- arrojó una única sorpresa, Jezael estaba en quinto y Coma y Luis Daniel empatados en sexto. creo que no estaban realmente empatados, la cosa es que en esos días Jacob tenía fórmulas extrañas que consideraban el resultado de los exámenes anteriores -algo que hemos usado y desusado según conviene. se decidió por un examen de desempate que sería hasta después. pero como estábamos todos juntos ese día, Jacob nos sacó la foto ahí mismo, en una salió Coma y en otra salió Luis Daniel. ganó Coma. así, Luis Daniel fue de los primeros en pasar tres veranos sin ir a un nacional -algo que se fue volviendo común poco a poco.
ya no les volví a dar curso y yo estaba en Guanajuato cuando el nacional y me desentendí mucho de una delegación a la que nunca entrené y medio conocía por haber concursado juntos el año pasado. ese nacional fue el inicio del brinco para San Luis. quisiera decir que fue desde el año pasado, pero lo dudo. sólo Jezael no sacó nada, Valente sacó medalla de oro, Carlos, Coma y Josué medalla de plata y Cristóbal medalla de bronce -creo. San Luis quedó en sexto lugar, lo mejor hasta entonces, el último nacional de Jacob al frente.