hace ya casi dos meses y dos días tuve un periodo de depresión postmoderna, de dilemas de diva, de tormentas en vaso de agua para el pequeñoburgués. unos días después, días eternos de semanas a la vez, inició un proceso de desacrilización sin precedentes. todos los recuerdos que tenía al alcance pasaron por un panel de historiadores y antropólogos que los analizaron a cada detalle, psicólogos, psiquiatras y veterinarios que les buscaron sus peores dolencias y carpinteros y literatos y cuenta cuentos. y para cuando entaron los estadísticos, las cuentas no nos salían a ninguno. mis recuerdos pasaron tanto tiempo en la mesa del médico forense que tuvimos tiempo para encontrarles detalles, rasguños, y en algunos casos todo un lado oscuro que no le habíamos conocido. todos juntos en una reunión comiendo pizza decidimos que no había ninguna razón para guardar alguna fecha del año como sagrada, como retirada del calendario, como imposible para darle nueva carga semántica. llegamos a la conclusión de que no hay argumentos para no querer visitar un lugar con alguien nuevo, para preferir el camino periférico por miedo a otros recuerdos, a cierto reencuentro. que no había canciones ni programas ni pinturas ni libros ni poemas ni nombres ni posiciones que fueran exclusivas, que hubieran sido expulsadas de la biblioteca o el reproductor como homenaje póstumo y respetuoso. no quiere decir que si alguien hubiese de escarbar encontraría tus fotos en cajas, tus anécdotas recitadas de memoria, misrecuerdos con acotaciones como En ese entonces no sabía, o La verdad es que no me daba cuenta, o Yo era muy distinto entonces. quiere decir que esto de aquí no significa que esté llorando porque soy muy macho, me están sudando los ojos de tanto calor. entre todos nos terminamos la pizza y nos fuimos por unas cervezas.