el problema de la democracia es que se nos enseña que las discusiones y argumentos son peleas que hay que ganarse a toda cosa en lugar de un lugar para llegar a un acuerdo. debemos defender un punto y cualquier cosa menos esa inamovible postura es una derrota que nos deja en ridìculo y somos capaces de llevar esto a todo extremo con tal de no perder. por eso gana el más fuerte, el más leído, el más gritón, o los más, que es la más pobre interpretación de la democracia. todo se trata, pues, de tener la razón. cómo me revienta la gente que termina sus oraciones preguntando Tengo o no tengo la razón. ¡Ah! ¡Ah! Entonces sí tengo la razón, dicen. y cuando no la tienen, cuando la opstura del otro tiene más sentido, cuando los mueve, el otro sigue siendo un enemigo, un contrincante y no se puede aceptar la derrota. alguien muy cercano a mí pide disculpas diciendo Perdón, Ya no vuelvo a decir lo que pienso. ¿qué clase de mamada es esa? es un reversor de culpa, eso es lo que es, lo mejor desde el pan en bolsa. y los hay de todos tipos: Es que creo que no puedo quererte como tú me quieres, Es que creo que soy malo para ti, dichos en medio de una relación. haga el intento, querido amigo, y cuente las veces en un día que intentan decirle algo así, o que lo dice usted. y luego, como un experimento, intente tomar el camino maduro y aceptar su error a la vez que pide lo mismo, a ver si no se queda a la mitad, a ver si una vez que acepta un error no le sueltan una lista más larga, a ver si no pasa que el otro tenía razón todo el tiempo, ¿ya ve?