pasé toda la semana pasada en un curso en Monterrey al que me invitaron unos compañeros de la Olimpiada de Matemáticas de otro estado. si usted mismo, querido lector, no es olímpico, ex olímpico ni tiene la desgracia de estar constantemente rodeado de ellos, quizás no sepa que basta con que se reunan dos o tres de ellos y no dejarán de hablar de la Olimpiada. sin embargo, pude observar algo nuevo. me queda claro que son verdaderamente pocos los comités locales que tienen alguna especie de apoyo -principalmente económico, aunque de cualquier tipo- para realizar las actividades propias de la organización. sin embargo, en tan sólo cinco días, tuve oportunidad de escuchar dos o hasta tres veces algunas historias específicas de falta de apoyo, de cosas que sucedieron hace más de diez años en algunos casos. entonces supuse que es catártico, decir las mismas cosas, que hay tantos rencores guardados, méritos no reconocidos, que debe ser extremadamente frustrante para un estado tan ganador no tener apoyo y que todo eso pesa, para todos. pero a lo mejor no se les ocurre pensar que puede haber gente que la tenga todavía más difícil que ellos. a lo mejor todos la tenemos igual de difícil.