si se ven las cosas con atención, con ojo crítico, casi siempre podría decirse que no están terminadas. que les falta un pequeño detalle, ese famoso yo no sé qué para ser perfectas. cada vez que releo mis entradas me pongo a cambiarle palabras. agrego una coma, un punto. cambio una mayúscula por miníscula, un salto de línea, un sinónimo, otro término a la enumeración. lo mismo pasa con la comida que se come porque hay hambre, pero podría faltarle algo de limón, un chorrito más de crema, una hoja de laurel, un toque de pimienta, de azafrán. me pasa en mi carro que siempre trae algo mal, que siempre podría hacer algo por él como ponerle un estéreo, arreglarle las intermitentes, arreglar la guantera, la palanca de velocidades, la llanta de refacción, los tapetes. me paseo por mi casa o mi escuela y pienso que un pizarrón más aquí ayudaría mucho, que otra mesa y otra silla nos aseguraría espacio incluso si no tenemos clientes, que hacen falta más fotos, más libros, más clientes. incluso cuando sí aspiro el piso, cuando sí agrego ese toque de limón, cuando releo mis entradas siete veces, siempre siento que les sigue faltando algo. pero no por eso no voy a comer, no voy a andar en mi coche, no voy a usar mi escuela, no voy a publicar mis pendejadas. no me voy a dormir porque haya terminado mi trabajo sino porque ha terminado mi día.