siempre, sin falta, sin que pueda hacer algo al respecto, cada vez que alguien me dice que necesita o que quiere hablar conmigo, pienso lo peor. incluso si es un extraño o la secretaría de un funcionario, me imagino que quiere terminar conmigo. no más me dicen eso, me pongo a pensar dónde estuve ayer, qué publiqué en facebook, dónde podría pasar la noche. cualquier cosa me pone a dudar: mi entrada del día anterior, lo que tomé del refri sin permiso, lo que dije por teléfono pidiendo explícitamente No vayas a decir nada. sobre la última vez que nos vimos, sobre las promesas sin cumplir, sobre lo que debo y me deben, como un reflejo me reviso el cierre del pantalón. no es cosa de tener la conciencia poco tranquila, que no la tengo; desde niño he sido así, inventando historias, pensando mis argumentos para el peor caso posible y cómo ganarlo, ensayando mis reacciones para las fiestas sorpresa y los regalos que no me quedan. pienso que si pienso tanto podré estar preparado y alguno de todos los escenarios será el que se presente y entonces, todo saldrá bien.