viernes, 13 de septiembre de 2013

viernes del abc argumentativo

no es ningún secreto que me gusta discutir. también -afortunadamente- conozco mucha gente que también disfruta haciéndolo y eso impide que esté todo el tiempo aburrido, acumulando amargura. sucede que la discusión tiene en general muy mala fama: la mayoría de la gente lo asocia con una pelea o una confrontación personal más que ideológica, lo entiende como una competencia donde una de las posturas -y personas- debe salir victoriosa sobre su oponente -en lugar de interlocutor- a toda costa. 

discutir y argumentar es una de esas cosas que me mantiene cuerdo: es una de las mejores maneras de conocer el mundo y mantener una relación que sea intelectualmente estimulante. 

por eso, os propongo algunas sugerencias para que la discusión sea lo mejor posible y usté pueda participar de todos sus beneficios. iniciamos con un consejo quizás no tan elemental pero que sin duda espero útil. el día de hoy será: Evita comparaciones, analogías, metáforas, alegorías. 


es decir, busca mantener la discusión en los términos en que se está manejando. más común que no, una alegoría o análogia está hecha para mostrar de la situación precisamente aquello que queremos mostrar, es decir, funciona enteramente a nuestro favor y quizás no como medida para esclarecer el asunto en manos.

en el ejemplo que muestro, Manuel Gil Antón ofrece una analogía para entender el sistema educativo donde la escuela es el camión maltrecho, viejito, gastado y la terracería bachosa es la situación general del país. entonces, el maestro es el chofer y evaluarlos es pedirles corbatitas. 

es muy posible que la analogía te mueva a estar de acuerdo porque así funciona la retórica, la poesía. es decir, las analogías son excelentes métodos persuasivos pero no son los más claros para una discusión. ¿por qué? primero porque es evidentemente una simplificación. segundo, porque puede rápidamente irse de nuestras manos: ¿qué tal si en lugar de ridiculizar con corbatitas, hablamos de pedir que el chofer pida manejar? ciertamente no cambia al camión pero no podríamos avanzar de otro modo. ¿quiere decir que el camión en mal estado justificaría la hipotética mal higiene personal de algún chofer? ¿qué tal si el maestro en lugar de el chofer es el mecánico, no pediríamos que supiera lo que hace? ¿y si los niños son las llantas? ¿significa que debemos invertir en infraestructura carretera, en un programa de actualización de transporte escolar? ¿qué es el motor en nuestra analogía? ¿cuántos camiones hay, a dónde van?

es decir: la analogía se usa para convencer pero no siempre para esclarecer, para avanzar en tu agenda pero no necesariamente en la discusión. intenta mantener tu argumento en los términos en que está puesta la situación de modo que no se desvíe la atención a la validez o similitud de la estructura de tu analogía con la de la situación real. no quiere decir que las analogías y comparaciones estén prohibidas sino entender sus posibilidades más como explicativas que como argumentativas.

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