domingo abandonado

abandonarse en el otro tiene su chiste. no es cosa nomás de decir, por ejemplo, "eres la dulce mañana, los dulces sueños; eres la luz que no falta, lo que yo más quiero". uno no puede perderse para el otro sin estar aterrado, sin destruirse, sin sentir que está perdiéndolo todo sin ganar un palmo de nada, un minuto de nada, una claridad, un sentido de nada. perderse a sí mismo para encontrarse en alguien más es ridículo e innecesario: yo me tengo a mí y tú te tienes a ti; a veces incluso nos tenemos que es bastante.
para abandonarse en el otro no hay un manual ni caminos fáciles. contrario a lo que uno pudiera pensar, no basta nada más con el abandono, con la renuncia incondicional de uno, con frases que inician diciendo "te entrego mi ser", "me entrego a ti, querida", o "no concibo un día sin tu abrazo". no hace falta, en principio, una idea clara ni una declaratoria formal.
no es sencillo abandonarse sin caer en las dudas. quizás tampoco sea posible. yo mismo no me he propuesto abandonarme a tu deseo pero no he podido evitarlo. estoy seguro que con el tiempo incluso esta conciencia teórica de mis acciones desaparecerá para que aparezca en su lugar algo que era más tuyo pero que te he robado.
tengo entendido que en un caso ideal habrías desaparecido también con las fronteras, el contorno, con lo exterior y lo distinguible, que trascenderíamos no sé qué cosa para ocuparlo todo y cada cosa. nada de eso me preocupa ni me entusiasma, que la muerte nos alcanza a todos. si no es libre, tampoco es forzado: si no es casual, parece voluntario.
déjame concluir diciendo que has vencido la resistencia y este lugar parece nuevo. movándonos a tientas, que nos guíe la suerte.