probablemente hay pocas cosas tan malentendidas como la física cuántica; parece que argumentos que más o menos remiten a la teoría pueden usar usados para cualquier cosa: desde probar que dios existe, hasta probar que dios no existe, pasando por las neuronas espejo y diez mil métodos distintos de curación a base de energías. probablemente el caso más paradigmático sea el gato en la caja. por eso, cuando en la primavera de 1957, Hugh Everett III presentó sus tesis de doctorado en Princeton, The Theory of the Universal Wave Function, un joven John Ch. Realer, estudiante de psicología y medicina, pareció encontrar la clave para explicar muchos padecimientos que le habían interesado desde hace algunos años.
en su tesis, Everett presenta lo que se conoce como la Teoría de los Universos Paralelos que tiene al menos una docena de planteamientos distintos. en general, todos consideran que existen universos paralelos al nuestro -de ahí el nombre- en donde la vida transcurre de manera idéntica salvo por un par de detalles de significancia variable; para una explicación vívida y literaria, uno podría consultar El Argentino, cuento de Adolfo Bioy-Casares. en uno de los planteamientos de la teoría, se considera que los mundos son creados en cada toma de decisión; puesto que las decisiones humanas transcurren en el continuo del tiempo, estos mundos serían densamente infinitos, sin embargo, uno tiende a adaptar esta teoría a su narrativa personal de grandes eventos significativos. así, en mi biografía, tendría que existir un universo en el cual decidí no entrar a Letras Españolas y seguir una carrera mucho más exitosa en ingeniería; habría un mundo alterno en donde tuve el valor para invitar a bailar a mi compañera de clase que siempre encontré muy atractiva; un universo donde mi constancia y disciplina me hubieran permitido superar mis deficiencias físicas y volverme un futbolista profesional; un universo donde nuestras diferencias nos hubieran permitido acercarnos más, mantener nuestra relación divertida y amorosa en lugar de separarnos para siempre. también, probablemente más interesante, existirían universos donde la lengua española tiene una vocal más; donde Zheng He, además de haber descubierto América, la hubiera conquistado para el imperio chino, obligando a la eventual desaparición de España a costa de los árabes, cuya influencia habría llegado hasta Francia; otro universo donde las pruebas nucleares tuvieron accidentes que cobraron la vida de todos los integrantes del proyecto Manhattan, que obligó a Estados Unidos a retirarse de la Segunda Guerra Mundial que eventualmente se decidió a favor de Japón.
la teoría, como la entendió John Realer, supone que los universos no son creados en una escisión anecdótica sino que todos los universos posibles existen simultáneamente, no así nuestra conciencia. lo que Realer (1961) propone es que vivimos en un único universo que sería central, pero transitamos entre uno y otro cuando nuestras decisiones -o las de los demás, los acontecimientos en general, vaya- no coinciden con el desenvolvimiento natural y previsto para la línea del tiempo ejecutada; es decir, los universos se extienden sobre un continuo que transitamos constantemente y que tienen múltiples contactos pues no describen necesariamente líneas paralelas o siquiera rectas, para el caso. apoyado en esta visión, Realer explica el dolor físico que sentimos derivado de una decisión con la que no estamos en paz en función de la distancia entre el universo origen y el universo destino que tuvo que recorrer nuestra conciencia culpa de una escisión. por eso, en el universo origen uno puede anticipar lo que va a suceder: ve claramente paseos por el parque en bicicletas tándem, asiste al nacimiento de uno o dos hijos, tiene mascotas y un pequeño departamento que se convierte en una casa más grande, con jardín. cuando esas cosas, que tienen existencia material y temporal fija en el universo origen, son arrancadas y dejan de existir, únicamente nuestra conciencia es testigo de su muerte y por eso experimenta dolor: el fallecimiento de un ser querido que llega demasiado pronto, un accidente automovilístico, una promoción que no llega, todos esos acontecimientos te trasladan de universo y suponen una adaptación que causa dolor.
es natural.
la teoría de John Ch. Realer recibió un rechazo generalizado de sus contemporáneos que llevó sus planteamientos a un olvido que probablemente tiene bien merecido. recientemente, en 1998 y después en 2001 y 2003, sus teorías fueron analizadas a la luz de la evidencia neurocientífica que la tecnología moderna permitía observar a través de imagenología y otros exámenes; William de Riel (2003) publicó un artículo en Journal of American Neuroscience en donde asegura haber encontrado evidencia de una "conciencia" que parecería materializarse sucesivamente después de acontecimientos traumáticos, que recibió especial atención luego de un estudio con jóvenes veteranos de la guerra de Irak que publicaron Stoke, Carlton y Williams (2011) en American Neurological Quarterly. incluso, ha habido intentos por explicar algunos transtornos de la personalidad, como personalidad múltiple, como una semi-materialización en mundos paralelos simultáneos (Cortés, 2009). así, el nombre de John Ch. Realer se menciona con frecuencia en la academia moderna, sobre todo en la tradición estadounidense de la neurociencia y psicoterapia, que era su intención original.
después de años de investigación en soledad, Realer llegó a proponer un método para superar el dolor que experimentaban sus pacientes por acontecimientos tristes e inesperados: convencido de que no era posible que los universos fueran idénticos salvo en un el acontecimiento que lleva al paciente a terapia. por eso, Realer afirma que debe haber más cambios que sean perceptibles y el descubrimiento y reconocimiento de esas sutiles diferencias traerían la paz tan anhelada: la conciencia entendería que no vive en el mismo universo y podría, idealmente, jugar con las diferencias a su favor. por ello, el método de Realer consiste en hacer memoria para comparar la historia, los hechos y mostrar que hay cambios sutiles: un marcador distinto en un partido de campeonato, cambios en la población de cierto país, mayores ventajas en elecciones o hasta nuevos nombres para lugares y personas conocidos. algo más ha cambiado, asegura Realer, y si acaso, la pura búsqueda debe ser suficiente distracción para la conciencia atormentada.