lunes, 22 de diciembre de 2014

lunes pleito de faldas

el principal postulado de la teoría queer es que el género es una construcción cultural. es decir, no hay nada "natural" en lo que entendemos como masculino y femenino -por decir poco- porque el género no es un binario estricto sino un espectro sobre el que nos movemos. surgen algunos mantras muy bonitos como "all gender is drag" pero, por supuesto, el hecho de que sea un constructo cultural y de que podamos entenderlo así, no trivializa el asunto pero quizás sí nos habla mucho sobre nuestros propios prejuicios individuales y colectivos. evidentemente no soy un experto, pero puedo hablar desde lo que he aprendido en el último año. 

es una cosa cultural porque en otras historias y geografías, existe un "tercer género" o "tercer sexo" como en India o en Tailandia, por ejemplo. de hecho, en India existe legalmente un tercer género. en las culturas indígenas de América del Norte, existen los dos espíritus o los muxes zapotecas. Dos espíritus, por cierto, es uno de los nombres más bonitos que he leído. 

para empezar, les comparto una foto que puede ayudar a ver por dónde va la cosa


en ella, tenemos cuatro espectros por donde uno se puede mover, que ayudan a definir a las personas en términos de género y sexualidad. podemos definirlo en: cómo soy, cómo me veo, cómo me siento y quién me gusta. es bien importante entender que son cuatro ejes independientes por mucho que aseguremos alguna correlación estadística. les digo que entenderlo como constructo no lo facilita porque el amigo de jengibre puede complicarse un poco más para incluir las mezclas o las ausencias:


que puede seguirse en la fuente original. básicamente, la nueva figura incluye las exclusiones del espectro: el sin-género, el asexual, el asexuado. 

aunque esto pueda ser nuevo para algunos, pero mucho de esto ha permeado en nuestro imaginario colectivo. de entrada, incluso si entendemos la identidad como tres ejes (el biológico, el genérico y el de la atracción sexual), culturalmente lo tenemos muy regulado: hombre / masculino / heterosexual o mujer / femenino / heterosexual. esas son las dos opciones que "normalmente" se nos presentan y esa norma es la heteronormatividad. atendiendo estos ejes, una persona trans-sexual o trans-género está "del otro lado" de la identidad sexual o de género mientras que el cis-género estará "del mismo lado"; esta nomenclatura, claro, supone que hay polos opuestos y claramente delimitados, que es algo que las posturas queer en general ponen en duda. 

cada vez más estamos abiertos a las dos "variaciones" de dicha norma, que es básicamente lo mismo pero con homosexual al final. todavía está muy complicado aceptar al "bisexual" pues incluso en la comunidad LGBT (a la que se le puede agregar otra T, I, Q, Q, al menos, y cuestionar seriamente lo de "comunidad"), a los bi- se les pide que "decidan". sin embargo, para muchas personas es necesario entender las relaciones homosexuales como si uno asumiera el rol masculino y otro el femenino, porque de otra manera no les hace ningún sentido.

en las variantes genéricas, en nuestro imaginario aceptamos a la machorra, al afeminado, por poner ejemplos. hace algunos años, surgió el "metrosexual", categoría que sirve sobre todo para que un hombre pueda preocuparse sinceramente por su apariencia sin volverse "menos" hombre. (advierto que voy a usar comillas en todas partes, como pueden notar.) normalmente hablamos de una mujer "muy femenina" cuando le gusta usar vestidos todo el tiempo, le gusta mucho el color rosa, usa moños en el cabello, cosas así; igualmente, un hombre muy masculino a lo mejor usa botas y sombrero vaquero o traje y corbata, no sé. 

usando los ejes que presentamos antes, podemos hacer los dos clásicos que ya mencioné:


el del straight men sinceramente me encanta. la mujer tiene una expresión de género que abarca todo un espectro -pensemos, por ejemplo, en que puede pasar de usar un vestido a un traje sastre, de una falda larga a una minifalda a un pantalón a un uniforme deportivo; puede traer el cabello largo o corto, etcétera- el hombre no. es curioso que entendamos lo femenino como lo débil porque es precisamente la masculinidad la que es extremadamente delicada, se maneja con pinzas que no vaya a ser que nos crean menos hombres.


está tan cabrón este asunto, que existen cosas como shampoo Ego, Nivea for men, Rexona for men, Lubriderm for men: no vaya a ser que nuestros varoniles cuerpos sean tocados con esa femenina crema humectante. asumir que las cosas tienen un género a veces termina siendo una terrible idea de marketing, pero también crean serios prejuicios sociales como el caso de los juguetes infantiles.


porque en cuanto el hombre se mueve un poco sobre ese punto al extremo del espectro, naturalmente se asume que es gay, y así lo demuestran las grafiquitas que les he mostrado, en su fuente original que es una buena lectura. meterlo en el cajón de lo gay lo vuelve un poco más aceptable, supongo.

sobre los lugares intermedios del espectro de género, tenemos categorías como Queer, Andrógino o Genderfluid. estas tres categorías a veces son complicadas de definir pero juegan con ambos géneros en momentos distintos, con ninguno o con una mezcla. de ellas, andrógino es la más conocida y es algo que normalmente las mujeres tienen cierto dominio -esto de usar pantalón, camisa y corbata, traer cabello corto, por ejemplo- pero también hay grandes exponentes varones como David Bowie o Brian Molko; en los slurs, el andrógino a veces es esa tercera opción en la pregunta "hombre, mujer o quimera" -que a veces incluye pasar por lo hermafrodita, supongo. de nuevo: es un slur, un insulto.


y esto nos lleva a mi siguiente punto: las expresiones comportamentales de la sexualidad, en la versión de Juan Luis Álvarez-Gayou. el autor propone que muchas de las "desviaciones" de la conducta -la zoofilia, pedofilia, el travestismo o incluso la homosexualidad, que no habría que olvidar que para muchos sigue siendo una enfermedad- están también en un continuo:


en este análisis, la zoofilia empezaría desde un aspecto no-erótico no existente: la gente que no le gustan los animales, que les tiene miedo, por ejemplo. en una expresión mínima, tendríamos gente que tiene mascotas, por ejemplo: hay un amor por los animales, es una conducta que no está presente en todas las personas y que no tiene un sentido sexual. esto puede seguir creciendo. lo mismo con la pedifilia: antes de ser el horrible crimen, tenemos gente que detesta a los niños y no desea tenerlos, a gente que le gustan tantos que tiene muchos y encuentra que desea ser maestra de Jardín de Niños, por ejemplo, que son expresiones no sexuales de un amor por los niños que no todos comparten. podemos hacer un ejercicio análogo para la homosexualidad o el travestismo. 

precisamente, sobre el travestismo, uno no tiene que hablar de las "vestidas", ni del travesti que encuentra en la transgresión algo de placer sexual, en algunos casos por la sumisión o mil razones distintas de la psique humana. es más, para hablar de transvestismo, habría que asumir que la ropa tiene género, es decir, que hay ropa que está genéricamente asignada y exclusiva para cierto género: la mujer que usa pantalones alguna vez fue vista como travesti, corbata, traje sastre, camisa, ¡incluso zapatos de tacón! si borramos la idea de que la ropa tiene un género asignado, incluso si se diseña y se vende con uno en mente, entonces el travestismo no es tal, es ropa y ya. 

creo que es obvio a dónde va todo esto. 




el sábado en la noche, en la fiesta de navidad con mis amigos de preparatoria, llevé un vestido. ahora lo escribo como si nada pero pasé dos días muy nervioso; le avisé a algunos de ellos que lo haría casi para pedir permiso y todavía hoy estoy nervioso escribiendo esto. la noche fue muy divertida; todo fue normal. claro que hubo preguntas y miradas extrañas, querían saber si era una apuesta o si era un juego y hubo mucho humor alrededor de la situación en el antes y durante, además de cierta persona que andaba jugando demasiado a levantarme la falda que es algo inapropiado, por cierto. la ropa que yo llevaba puesta no era más importante o llamativa que la que traían los demás, si acaso mi outfit era demasiado juvenil para la ocasión. cuando empezó a hacer más frío me cambié y como si nada. esa es la parte chida: no es nada.


para contestar una de las preguntas más comunes: ni siquiera tuve que pedir el vestido prestado, es mío y me gusta bastante. tampoco es el único que tengo.


todos ellos lo tomaron bien incluso si algunos seguramente lo entienden como "otra de mis cosas", como una broma, una apuesta o algo para llamar la atención, aunque procuré aclararlo al que me preguntó. la cosa es: me gusta la ropa de mujer. me gustan muchas otras cosas que culturalmente se le han dado a la feminidad en la apariencia como el esmalte de uñas o el maquillaje, y otras como el color rosa, llorar con las comedias románticas o ser la cuchara pequeña. además, es un gusto sincero, no es que tenga que pagar apuestas o que sean bromas. es más: no es nuevo. aunque re-interpretar la historia personal para acomodar los eventos más recientes es una estrategia de supervivencia natural, son inquietudes que han existido por años, muchos años, y que mi más reciente terapia me ha ayudado a canalizar y entender de mejores maneras desde dudar qué tan normal era todo esto, qué tan pervertido, por qué, cuándo y cómo.

he pasado por etapas supongo naturales de experimentación para poder encontrar con qué me siento más cómodo y con qué cosas no, con periodos de muchísimas dudas y cambios bastante radicales con lo que creía que era lo que quería, sentía o era. las respuestas que hoy tengo claras no siempre las tuve así y quizás cambien más adelante. estos gustos ya me han costado bastante, por cierto.

igual, he preparado una pequeña sesión de FAQ para tratar de mitigar la sorpresa en caso de que las fotos de mi cuenta de Instagram o los constantes enlaces de mi página de Facebook no hubieran sido foreshadowing suficiente, y porque quisiera ahorrarme algunas discusiones incómodas frente a frente.







Q: ¿eres gay?
A: no lo soy. como intenté decir al principio, no creo que exista una relación bi-unívoca entre estos dos asuntos: la vestimenta -y, más generalmente, la expresión de género- no es condición necesaria ni suficiente para la preferencia sexual. 

Q: ¿estás seguro que no eres gay? ¿tal vez bi?
A: pues sí... digo, nunca me he sentido atraído por un hombre y me han dicho que eso es una parte muy importante de ser gay.

Q: ¿estás seguro? a lo mejor nada más no has encontrado al hombre indicado para ti. 
A: déjame ponerlo así: ¿estás seguro que no eres camello-sexual? ¿cómo sabes que no te atraen los camellos si nunca has estado con uno? a lo mejor el camello ideal para ti está allá afuera y estás negando quien realmente eres y así nunca vas a ser feliz. 

Q: pero igual como que te gustan cosas medio raras en la cama, ¿no?
A: creo que... amm... esto se está desviando un poco. 

Q: entonces... ¿ahora te vas a vestir así siempre?
A: no, pero sí me gustaría incorporar algunas prendas a mi guardarropa cotidiano; uno decide qué ponerse en un day-to-day basis, me parece, y depende de factores como el clima, el evento, la audiencia. algunas son mucho más naturales que las demás: sudaderas, pantalones, playeras. otras no. no es un cambio de estilo de vida.

Q: ¿tenemos que llamarte distinto si traes ropa de mujer?
A: creo que no. no voy a atenuar mi voz según mi vestimenta, por ejemplo. creo que no se trata de aparentar ser mujer. si te incomoda demasiado, recuerda que Daniel es mi segundo nombre y "Dani" es más neutral y no me molesta. también puedes llamarme "Ju Ju Glam". 

Q: ¿y... vas a convertirte en mujer? ¿te vas a poner bubis, te vas a hacer la jarocha?
A: no. creo que esto no va para allá, creo que no tengo una identidad transgénero. además, no encuentro un contexto social en que esa sea una pregunta adecuada. 

Q: ¿esto es una "fase" que estás atravesando?
A: a lo mejor. digo, no lo sé y creo que no tengo manera de saberlo. es algo que me gusta, que me ha gustado desde hace mucho tiempo y con lo que me siento cómodo. apenas  son unos meses que me he dado permiso de hacerlo y honestamente no sé cuánto dure.

Q: ¿por qué?
A: no lo sé. no sé si estas cosas tengan respuestas satisfactorias: en el muy específico caso de la ropa, ¿por qué te gusta vestirte como te vistes y no de otra manera?

Q: Eugenio, por dios, tienes veintisiete años. 
A: eso no fue una pregunta. pero, realmente, ¿a qué edad esto sería más apropiado: a los quince, a los ocho, a los veintitrés, a los cincuenta?

sencillamente, me gusta cómo me veo, ¿saben? nada más es eso. sin embargo, nunca antes me había gustado tomarme fotos o le había encontrado tanto gusto a la ropa.





creo que es suficiente por ahora. creo que no es para tanto y quisiera que no fuera así. por otro lado, la teoría Queer y de otras identidades y sexualidades marginales es algo bastante interesante que podemos estudiar un poco más; más allá de lo que aprendieron de mí, ojalá hayan aprendido algo distinto con mi introducción-para-andarme-por-las-ramas-un-rato-mientras-decido-qué-tan-buena-idea-es-publicar-esto.

para ser sincero, no es lo más personal que han leído en mi blog.



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