qué curiosa costumbre la nuestra de sostener una parte del otro al caminar, un pedazo de carne y hueso y piel del otro como guía, como para no perdernos, como si para eso fueran las extremidades superiores y necesitáramos sentir al otro, sentirnos del otro, sentirnos para el otro. ¿caminamos de la mano porque nos recuerda el amor sincero de la infancia, porque nos hace olvidar el miedo y nos hace sentir protegidos? ¿nos tomamos de la mano para hacer como que al menos uno de los dos sabe a dónde vamos? yo me he hecho varias más preguntas sobre tus manos en particular, sobre su fuerza y su ternura, sobre su origen y destino.
a veces siento que la gente quiere leer las manos de la manera equivocada. como alternativa al amor verdadero, ¿existirá, para cada uno de nosotros, una única mano que encaje en la nuestra?