entre viernes y sábado

estoy aquí derrotado, resignado, sitiado por los constantes ataques de mosquitos. el calor obliga a dejar las ventanas abiertas para evitar la muerte durante el sueño y una consecuencia inevitable de este lado de los trópicos es el zumbido constante de estos insectos del mal. no he podido resistirlos, al principio pude con ellos pero poco a poco, en cada momento de sueño que lograba pactar, despertaba con comezón en cuatro o cinco puntos adicionales: los infelices atraviesan la sábana o se meten por las pocas aberturas que dejo. cuando hacen su molesto ruido cerca de mis oídos puedo intentar repelerlos, pero mis piernas no pueden más contra su ataque traicionero. estoy aquí esperanzado en que la luz del monitor los atraiga más de lo que hace mi delicioso cuerpo y suculenta sangre y me den un par de minutos en paz. estoy aquí porque cuatro horas de sueño quizás son suficientes y prefiero dejarlo así. esta noche estoy aquí pero tomaré venganza contra ellos y contra los hijos de sus hijos y contra los hijos de los hijos de sus hijos y cada generación que alcance de aquí a que me regrese.