mi papá pasó mucho tiempo educándonos para que no fuésemos unos aburguesados de vida fácil. es cierto que quizás él no la tuvo extremadamente difícil, pero sí creo que nosotros la tuvimos más fácil. y sobre todo, es probable que simplemente seamos más flojos. así pues, en nuestra escuela privada, con nuestro nintendo, nuestra computadora personal, nuestros programas de cable, sin ir de misiones o algo que se le parezca, mi papá me sacaba de la casa en la noche y me llevaba al oxxo de la esquina, donde afuera había una chavita atendiendo el puesto de elotes. pasábamos quizás quince, veinte minutos en la camioneta de la oficina en la acera del frente de la tienda a tan sólo dos o tres cuadras de la casa, sin decir nada. mi papá me decía Mírala. y yo la miraba. nunca sabía bien qué debía mirar y él me lo decía. Son las diez de la noche, ella está atendiendo el changarro mientras hace su tarea. Tú sólo tienes que hacer la tarea. mi papá nos insistió toda la vida que era ése nuestro único trabajo: estudiar, aprender, sacar buenas notas. lo que debíamos hacer en la vida saldría con eso y por ahí. pero de esta y muchas maneras similares nos hizo entender que no lo podíamos hacer sólo por nosotros, que nuestra suerte era un compromiso.