el nuevo delegado tenía muchas y muy buenas ideas y por sobre todo, tenía las ganas de llevarlas a cabo. el equipo era ligeramente más grande esta vez y podíamos pensar en llevarlas a cabo. básicamente eran dos: unos cursos de nivelación después del segundo examen selectivo para tratar de eliminar la ventaja que tradicionalmente tienen escuelas como el ITESM o algunos planteles de Cobach, que entrenan a sus alumnos; y un proceso de selección más largo para hacerse idealmente de una mejor selección. así pues, se agregó un examen más, que debía aplicarse al interior de las escuelas, para evitar que una sola escuela llevara una cantidad descomunal de alumnos al segundo examen -que siempre ha sido el Canguro Matemático. después, el segundo examen se aplicaba ahora en cinco sedes, sumándose a las cuatro tradicionales la Escuela Segundaria General Justo Sierra Méndez en Tamazunchale. después, dos sábados de cursos de nivelación -conocidos como los postcanguros- para todos los que fueran a presentar la tercera etapa. finalmente, una premiación donde se reconocieran primeros, segundos y terceros lugares justo antes de iniciar la etapa del verano matemático que también sufría cambios mucho muy importantes: en lugar de trabajar una semana sí y una semana no, ahora se trabajarían tres semanas consecutivas, luego una de vacaciones, y otras tres semanas consecutivas. es decir, Miguel le dio a la Olimpiada de Matemáticas en San Luis el formato que tiene actualmente, el que nos ha llevado a nuestros años de pequeñas y grandes glorias.
yo quise contribuir con mi dosis de cambios, y para tratar de nivelar el aumento de trabajo con un ambiente más cordial, traté de agregar eventos más bien sociales: el último miércoles antes del examen se llevaría a cabo un Rally que, desde ese primer año, tiene como evento principal la competencia en disfraz de hada mágica de los dientes. además, justo antes de empezar el Rally nos tomamos la foto del recuerdo, editada en MS Paint para agregar a cualquiera que hubiera faltado ese día. por último, y probablemente gracias a mi propio trauma personal, los resultados ya no se darían por correo electrónico sino en una pequeña ceremonia, un día después del examen, denominada Festival Internacional de la Eliminación -o FIdE por sus siglas en suajili.
Miguel, en lo que sería una nueva tradición de delegado, viajó hasta Tamazunchale, la sede más lejana. los demás nos quedamos a cargo en San Luis, contra más de quinientos chavos, por vez primera.
ese año era el último de los tres de Lucy o de Valente -oro el año anterior- o el último de dos de Cristóbal -bronce y gran promesa- o el único de Luis, el primero de dos de Neto y el primero de cinco de Diana -Pollo. también hacían apariciones estelares Caleb, Germán, Zama, Alfredo, Cofi, Mónica, además de notables como Pedro, Eva, Alejandro, o promesas que no cuajaron como Chío gente cuyos nombres no recuerdo a pesar de tener la foto en frente; es decir, la base de lo que actualmente es el comité organizador estuvo presente ese año, un muy gran año. es un año de puros personajes notables, desde Alfredo Avelardo Arriaga, pasando por Zama punketero, Pedro sólo necesito probar que este triángulo es cíclico Martínez, Carlos prefiero que me digan Cofi que llevaba siempre un listón de en su cabeza dedicando el examen a alguien, Germán Buggs y eso sin mencionar a los que eventualmente formarían parte de la selección y piedra angular del comité como son Lucy, Neto y Luis. sin embargo, quisiera destacar a Ernesto por razones muy particulares.
Ernesto no obtuvo primer lugar, como el resto de la preselección: él obtuvo medalla de plata y asumió que los entrenamientos estaban abiertos para él también. algo de la confusión la generamos nosotros, pues permitimos que asistieran a los entrenamientos los que habían obtenido segundo lugar que estaban todavía cursando secundaria. Ernesto estaba en su último año de prepa. la verdad es que creo que nunca nos dimos cuenta de eso, más bien, él nos dijo. pero para cuando lo supimos, ya era demasiado tarde en cuanto a que ya había presentado y pasado el cuarto examen sobre muchos otros que habían sacado primero y no lo habían pasado. le dimos oportunidad y Ernesto llegó hasta la última etapa, quedando en séptimo. es decir: desde esa vez -que fue básicamente la última cuyas decisiones no estaban a cargo mío- no he confiado plenamente en ningún proceso pues no me garantice que los que pasen sean mejores que los que no pasen, no siempre me habla de su esfuerzo como de su suerte; hemos experimentado con todo y nada me da la tranquilidad de saber que alguien muy brillante no se queda atrás por algún detalle incalculable, mientras más tratamos de hacerlo puramente académico más nos damos cuenta que las elecciones terminan siendo subjetivas y mientras más segundas oportunidades damos, basados en opiniones y apreciaciones subjetivas, más daño académico terminamos haciendo. la tranquilidad me la da una buena selección, nada más. pero nunca he podido dejar de pensar en los que no pasaron, en si hubieran sido mejores con otra oportunidad, con una segunda chance.