domingo, 31 de julio de 2011

domingo bodorrio

la conversación empezó a causa de la música. primero como un reto sobre conocimiento de la mexicanidad en corridos y forma de preguntas (¿a dónde se han llevado a Teresita? ¿qué hizo Hipólito? ¿dónde muere el sol?) e inevitablemente tuvo que pasar por Agustín Lara. la desviación hacia los paso doble tuvo una escala muy larga en la afición a los toros. (Carmelo que está en el cielo se asoma a verte torear.) mi bisabuelo, para poder ver los toros, entraba a la plaza junto con la banda, haciendo como que ayudaba al de la tuba. aunque no había detractores presentes, hubo numerosos argumentos a favor de la fiesta brava que nunca había escuchado (Si terminan por prohibir los toros, la raza del toro de lidia terminará por extinguirse y eso sí será una crueldad; El incidente de pajarito es lo más violento que ha pasado, por muy contrincantes nunca se ha sabido de pleito en una plaza; Los españoles se lamentan de Barcelona sin corridas), argumentos que para ser sinceros nunca había escuchado, yo sé que esa clase de discurso fluye cuando antes han fluido las copas. después de esto, cuando quedamos sólo mi abuelo y yo, quedó en platicarme de Cómo la vida era muy tranquila en mi infancia. no sé por qué no creí que una conversación cuyo tema era tan abiertamente el pasado, terminaría en nostalgia del pasado. y es que no empezó exactamente así: era una lección de historia; le preocupa que -como su nieto criado en Suiza, tantos y tantos jóvenes desconozcan por completo de la geografía y las historias de nuestro país. empezó en tiempos del general Cárdenas, el útlimo perseguidor de la iglesia. En la escuela estaba prohibido decir "Buenos días", el saludo oficial era "No hay dios" y eso me consta. los templos seguían cerrados, se despedía a todo burócrata que hiciera muestra de su fe. después llegó Ávila Camacho y, aunque él también era general, hizo las pases con la iglesia y desde entonces se vivió una tranquilidad que duró más de tres décadas. Uno podía salir a la calle a cualquier hora y estar tomando y no tenía que preocuparse de nada. ¡Claro! Había asaltos cada de vez en cuando pero no era la regla. (En Morelia, el grupo de historia del arte son unas señoras ya grandes y hace poco organizaron un viaje a Laredo. Poco después de cruzar Matehuala, se les ponchó una llanta y ninguna sabía cambiarla. Estuvieron esperando a que alguien las ayudara y se detuvieron unos señores en una camioneta, muy amablemente les cambiaron la llanta y verificaron que todo andara bien. Al despedirse les dicen: Pero ándense con cuidado señoras, que hasta las seis esta carretera es suya, pero después de las seis es nuestra.) por más de tres horas escuché a mi abuelo y a un nutrido grupo de tíos que fueron desfilando para platicar con él -Juan Carlos, Manuel, Adolfo, Carlos- sobre cómo era la vida en aquellos entonces, sin decir prácticamente nada y pensando sólo en lo que me decían y quizás en cómo iba a escribirlo -una horrible enfermedad social mía-, mientras mis tíos platicaban de la bendición que es tener a tu abuelo y tu padre por tanto tiempo. No había inflación; El dólar estaba a dos cincuenta por muchos años, luego a ocho cincuenta y finalmente llegó a doce por muchos muchos años: ¡con de la Madrid llegó a estar a más de veinte mil! No existía el refrigerador así que la comida se compraba diario y eso hacía que tuvieras que convivir más con tus vecinos, con los locatarios, con la familia; eso, tan sencillo como eso nos hacía distintos. poco a poco hubo más anécdotas de ellos, de las familias mezcladas y me sorprende cómo tienen más anécdotas que yo y mis primos aunque hayan crecido lejos también; pensé que quizás es que no había "le hablo luego", "luego le escribo un mail", "ahorita checo en facebook" y el tiempo juntos se aprovechaba en serio y no se creía que se podía posponer. hasta las anécdotas de sus presidentes parecen mejores, en especial las de López Paseos, cuando los presidentes eran estúpidos con poder y no simplemente estúpidos. ¡Por supuesto que ellos sabían! la secretaría de la defensa nacional ha ido reportando más y más deserciones desde finales de los noventa, en el dos mil cuatro reportó casi diez mil. y no hablamos de cadete razo, son generales, gente bien educada y entrenada; ¿qué no podían averiguar a dónde iban? ¿qué estaban haciendo? ellos han ido dejando que esto pase. me sorprendió encontrar mis propioas teorías en ellos: ¿cuántos delincuentes habrá en nuestro país? pues que los maten y ya, los demás vivimos en paz. Es como esta fiesta: ¿cuántos estamos aquí reunidos? México puede ser así, todos en paz. cuando la conversación fue diluyendo entre más y más tequila, hubo casi unas últimas palabras de mi abuelo: Tu generación tiene que saber que esto no es normal, que sí se puede vivir en paz, porque ya lo hicimos.
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