martes, 6 de noviembre de 2012

martes recargado



hace algunos fines de semana estuve trabajando con la gente bonita de la Telesecundaria Tierra y Libertad, en la comunidad El Vaquero a unos quince kilómetros de la cabecera municipal de Matehuala según mis malos cálculos, los últimos kilómetros metidos en terracería, donde no llega la señal del satélite, ni la de celular, mucho menos el internet.


lo que vi no puede describirse como una escuela sino como una especie de gran familia. no sé si en otro tiempo u otro lugar he visto gente con tantas ganas de aprender; aunque no conozco mucho, la verdad. metida en medio de la tierra, perdida en mediode la nada, es la escuela más limpia que haya visto yo. tiene sólo treinta y ocho alumnos y un personal docente, administrativo y de mantenimiento que asciende a dos personas: la maestra América y su esposo Sergio, matrimonio de treinta años de servicio y tres hijas -Argentina, Alemania y Austria o Australia, no estoy seguro.

el vaqueromóvil

pasan por mí a la central en el vaqueromóvil y nos dirigimos a su casa. algunos alumnos los esperan ahí -los que viven en la ciudad. todos saludan muy respetuosos y, una vez arriba de la camioneta, vuelven a dar las buenas tardes. en el camino vamos recogiendo más niños -los que viven en las comunidades entre la ciudad y la escuela. cuando nos acercamos a la escuela, la camioneta va llena. 



hay gente que me recuerda a otra gente, como en todos lugares, y me tardo días en poder decidir a quién, como en todas partes. a punto de llegar a la escuela, ya en el camino de terracería, la camioneta se detiene. sin decir ni preguntar nada, todos los alumnos se bajan de la camioneta y siguen el camino a pie a través de un cerro. Es para que hagan ejercicio, me dicen. sus compañeros los esperan ya en la escuela, algunos llegaron en bici, un par en moto, tres niñas en un coche que maneja una de ellas; todos vienen desde muy lejos. caminan al menos un kilómetro diario, porque sus compañeros caminan más. 

esta es la telesecundaria Emiliano Zapata, en El Vaquero.






no tienen mucho, pero todo lo que tienen lo cuidan muy bien. los alumnos son los que tienen las llaves del portón, de los salones, de los baños. el baño está limpio porque ellos lo usan; la cancha está limpia porque si no, no pueden jugar. las paredes y mesabancos están todos perfectamente pintados y sin rayones, el piso recién puesto, los salones pequeños y ligeramente aformes, porque los construyeron los ejidatarios y padres de familia. 


la maestra les dice bebés, igual que a sus hijas. cuando entramos al salón, todos se ponen de pie y entonan el saludo cantadito, que tienen más que memorizado y con un ritmo muy peculiar. si el profesor les pide algo, van y lo hacen: abre el baño, busca algo en el salón, ayuda a tu compañero, acompáñalo a su casa, ayúdame con esto. nadie se queja, nadie pregunta Por qué yo; cada uno tiene ciertas responsabilidades -los más grandes tienen más- y todos las hacen de buena gana. acá hay algo que ya casi no se encuentra: disciplina. 

todos hablan con todos y se llevan bien. cotorrean. repiten el saludo cantadito una y otra vez como un juego que tienen. cuando aplauden, tienen un ritmo practicado y repiten y repiten y repiten el aplauso a todo volumen sólo por jugar. acá la gente reprueba cuando no sabe y está bien. 

esta es la Telesecundaria Emiliano Zapata



y también es ésta, la siete veces primer lugar en el ENLACE, la que ha quedado en primer lugar nacional y siempre queda entre las mejores escuelas de la prueba. (nota: estoy convencido que es más fácil que el resultado sea mejor mientras menos alumnos se tienen; de la misma manera que es más fácil preparar mejor a tus alumnos si tienes menos. sin embargo, me sorprende cuántas de las primeras escuelas son telesecundarias.) 

el domingo tendrían la fiesta del ejido, y los alumnos estarían a cargo de los honores a la bandera. durante el receso, se toman tiempo para practicar la escolta y entonar varias veces el himno nacional. El himno nos recuerda -les dice el profe- que aunque estemos acá muy lejos, muy jodidos, muy perdidos, somos parte de algo más grande. les platican sobre cómo se lleva el tiempo con la mano, sobre el ritmo, anécdotas de cómo es una vergüenza no cantar bien el himno.


al lado, en el salón ejidal, preparan la barbacoa del día siguiente. me invitan un taquito y yo no estoy hecho de papel. a cambio, el comisionado me pide que hable bien de El Vaquero, una pequeña comunidad muy trabajadora.


y sí, trabajan. tuvimos tres sesiones; si por alguna razón llegábamos tarde, ahí estaban los niños, esperando. nadie se iba si llegábamos tarde, aunque fuera más de una hora. trabajamos la regla del producto y de la suma con dinosaurios, hasta llegar a combinación, permutación y ligeramente caminos; siempre con un problema meta. trabajamos congruencia y semejanza, para demostrar un pequeño teorema; trabajamos número de divisores. me parece que entienden mejor que yo -definitivamente entendieron geometría más rápido de lo que yo lo hice. hay gente mucho muy talentosa ahí.

participaron en la II Olimpiada de Otoño. no ganaron, pero les fue bien.


volvería con mucho gusto; ojalá saquemos un campeón de El Vaquero.


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