lunes, 3 de diciembre de 2012

lunes sertralina

he contado esto varias veces -y creo que no es ningún secreto- como una especie de ejemplo; no porque crea que sea ejemplar en el sentido ideal, sino porque creo que podría ayudar. en la gran escala de los problemas de la humanidad, estoy seguro que está más bien en el porcentil más bajo, pero también he aprendido que mis problemas son mis problemas y menospreciarlos no es realmente manera de solucionarlos. es mi especie de it gets better a otros problemas silenciosos que, he descubierto, sufren varios todos los días.

llevo desde abril tomando sertralina todos los días por la mañana -el desayuno de los campeones- y algunas noches clonazepam, algunas tardes valproato -tomo además muchas otras cosas que me han dado como omega tres o complejo be o pomadas, pero eso no lo cuento. es un antidepresivo y ansiolítico bastante leve y común, que te sueltan sin receta en cualquier farmacia y encuentras genéricos baratos, cuyo único efecto nocivo es que no puede cruzarse con alcohol. es la segunda vez que tomo esta cosa; ya había estado tomándola hace unos dos años, aunque después de un tiempo pasé a venlafaxina. interrumpí mi tratamiento porque cuando abrieron mi auto para llevarse mis cosas, se llevaron también mi mochila con mis pastillas y recetas, y como México perdió contra Argentina ese mismo día, se me quitaron las ganas de seguir con eso.

estuve yendo con el psiquiatra familiar -sí- a Guadalajara un par de meses. era pesado, pero me ayudaba. me sentía mejor, pero no mucho. no iba convencido sino porque me lo había pedido mi mamá y pensé que podría ayudarme con mis problemas post-ruptura. estuve yendo quizás seis meses, una vez cada dos o tres semanas; visitaba a mis abuelos o viajaba incógnito, regresaba con donas o alguna película o simplemente muy cansado.

y pues nada, las cosas no mejoraron porque las cosas no mejoraban y el contexto no ayudó nunca. se interrumpió de golpe el tratamiento y estuvo bien así. durante los dos años siguientes las cosas ni mejoraron mucho ni empeoraron demasiado; hubo momentos mucho muy tristes y cierta presión se fue acumulando: con el trabajo, con la Olimpiada, con la escuela. mi padre se quedó sin trabajo y mis esfuerzos por alcanzar al independencia económica no duraron ni un año. eso resultó ser algo bueno, porque me ayudó a verdaderamente entender las cosas y hacer algo de progreso.

i. no es normal

sólo pude darme cuenta de esto después de haber experimentado estar bien. el poco tiempo que estuve en tratamiento la primera vez me hizo darme cuenta, tiempo después de haberlo dejado, que lo que me pasaba no era normal. no era normal sentirme incómodo en una sala llena de gente que quiero y me quiere, no era normal no poder controlar mi ansiedad al grado de no poder hablar o moverme, no era normal reaccionar como reaccionaba ante los problemas. sin embargo, gente con los mismos problemas reaccionaba mejor: lo tomaba bien, lo olvidaba, salía adelante. los amigos hablaban bien con los amigos y cotorreaban bien; yo rechacé tantas invitaciones por sentirme incómodo que eventualmente me dejaron de invitar. sólo me sentía agusto a distancia o en el internet, conducta que se ha querido normalizar, pero no lo es.

cuando estaba solo me sentía abandonado, cuando no podía hacer algo me sentía inútil, cuando cometía un error me sentía culpable, cuando me equivocaba me sentía imbécil.

ii. no es deseable

ser especial está sobrevalorado; hay cosas en las que uno es o debería ser normal: la estatura, el peso, la salud, los hábitos de higiene. yo creía que lo que sea que me pasara -mis reacciones- eran normales. y me tomó mucho, mucho tiempo darme cuenta de que no lo eran. por mucho que uno presume sus disfuncionalidades porque es lo que conocemos que nos hace especiales -los pendejos se autodenominan bipolares, suicidas; la gente presume no poder dormir, no haberse bañado- mi anormalidad no era una que me hiciera sentir cómodo. yo quería llevar la vida "normal" de los demás, no quería mis manías que me aislaban y me definían erróneamente.

entendí que yo era básicamente incapaz de comunicarme: reconozco toda manera de chantaje emocional sencillamente porque era así como me expresaba. entendí que no debía ser yo ninguna esponja para absorber las inseguridades de los demás ni una... amm... esponja inversa, para proyectar las mías propias sobre mis cercanos.

iii. se puede resolver

no sé bien en qué orden va este paso: probablemente va después del siguiente y no antes. entender que no es normal ni deseable sería sólo motivo de más problemas sin la conciencia de que pueden, además, resolverse. es decir, de que hay mejora. entendí que se podía resolver más claro que nunca cuando, después de dejar el tratamiento la primera vez, empecé a darme cuenta que estaba otra vez cayendo en conductas equivocadas o autodestructivas que no tuve mientras duró el tratamiento, sin importar si los días eran malos o buenos. es decir: de verdad entendí que no era normal, deseable ni permanente cuando recordaba que había estado mejor, que las medicinas ayudaban, la terapia ayudaba. 

iiii. te pueden ayudar

quizás mi impulso más fuerte y que demoró mucho cualquier avance fue mi necedad por resolverlo yo solo. tenía que ser capaz de vencer la tristeza yo solo, de sacarme de la cama, de salir adelante. tenía que encontrar la voluntad para ser mejor, la motivación para ya no ser así, para cambiar. no pude porque, a veces, simplemente no se puede. la depresión y la ansiedad, sobre todo después de años sin tratamiento, son trastornos serios que modifican cómo funciona tu cerebro: no es cosa de Hoy voy a dejar de estar triste porque a veces ni siquiera es tristeza; son químicos en el cerebro, sustancias que no se producen, reacciones que no se dan: cosas que no se arreglan por pura voluntad. 

hay toda una rama de la medicina dedicada a tratar de resolver esos problemas. tomar una o dos pastillas diario no son un mal comparable con perder oportunidades o destruir relaciones. no sólo la gente que te quiere quiere ayudarte, también hay especialistas que lo hacen por un precio a veces negociable o bien, instituciones públicas de asistencia -el Seguro Popular o el IMSS ofrecen un buen servicio prácticamente gratuito, si bien hay cita cada cuatro a seis meses y hay que pasar primero por las canalizaciones. yo empecé con consulta privada pero ahora recibo atención en el CISAME Guanajuato, dentro de la SSA por cobertura del Seguro Popular, las pastillas son genéricos que compro por montones y salen baratos.

el apoyo de mi familia y amigos este tiempo ha sido invaluable. siempre han estado ahí y les agradezco. el pequeño-ya-no-tan-pequeño Totoro ha colaborado mucho también. el trabajo que mejora aunque no pague, los proyectos, la Olimpiada y mi esperanzadora nueva relación de pareja son todas buenas señales.

al principio más bien fui llevado hacia la ayuda. la segunda vez la busqué yo, con el afán de sentirme mejor porque quería sentirme mejor porque sabía que podía sentirme mejor. y en esa búsqueda de mejoría hubo más que sólo esto, pero fue el primer paso: busqué a un dentista para mejorar la dentadura y mi salud bucal, busqué a un podólogo, busqué todavía otro dematólogo, busqué una nutrióloga y seguí su dieta hasta bajar quince kilos que, sospecho, volví a subir casi completos. nada más querer ser mejor es, a veces, el inicio de estar mejor.

iiiii. no es fácil

hay resultados que se ven en una o dos semanas: tomando valproato, descansé como nunca pero dejé de soñar -decidí el sueño sobre el descanso. muchas otras señales de progreso no son tan visibles: creo que la sonrisa está sobrevalorada también, pero se vuelve más frecuente. cambia el humor y, sobre todo, los males ya no son tan malos, los buenos son ahora mucho mejores. el tratamiento tiene sus bajos y sus altos; no todos los días son buenos, no todos los días parece haber mejoría. hay, en el camino, muestras de mejoría: hay emociones, hay saltos, hay momentos.  

las cosas han mejorado bastante. me siento, en general, bajo control de mis emociones. no he sufrido más ataques de ansiedad en un buen rato, puedo desenvolverme mejor en situaciones que me incomodaban mucho, puedo pedir una pizza por telefono o hacer charla estúpida con el cajero o el taxista y, mucho mejor, puedo tener conversaciones con mis papás, con mis amigos. puedo comunicar lo que siento y contar malos chistes sin obsesionarme con lo que pasará. en resumen, puedo hacer cosas que no podía. entiendo muy bien que nada de eso cambia lo que he hecho o hace algo por recuperar el tiempo perdido, reivindicarme o deshacer el daño que he causado. pero el futuro parece más alentador. me siento mejor, estoy mejor, soy mejor.

díganle al doctor que ya extraño tomarme una cerveza.


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