jueves, 20 de junio de 2013

jueves depresión parte uno

en el transcurso de los últimos cuatro años, aproximadamente, he visitado un psiquiatra privado, dos psiquiatras del Seguro Popular, un terapeuta holístico, una psicóloga en servicio social y una mujer cuya profesión sólo podría describir como curandera con especialidad en péndulo. prácticamente todo ese tiempo he tomado sertralina pero también he tomado venlafaxina, valproato de magnesia, tafil y clonazepan por al menos tres meses, además de las medicinas y pomadas de siete dermatólogos, el tratamiento de microdosis en aerosol de la tía Ceci, el omega-tres de mi mamá y quizás veinte tipos distintos de vitaminas marca Amway. 

todo esto como parte de tratamientos al menos tangencialmente relacionados con depresión y ansiedad. 

me parece que la gente no entiende qué es la depresión o la ansiedad. constantemente, mi padre me pregunta qué me deprime o qué me tiene ansioso y nunca tengo una respuesta porque no creo que la haya. la psicóloga en servicio social me preguntó si tenía estudios médicos que comprobaran mi depresión y en una ocasión sugirió que simplemente intentara dejar de estar triste. 


esa fue nuestra última sesión.

por supuesto que lo he intentado. he hecho el ritual completo de querer iniciar de nuevo, de cambiar de actitud, de ver al mundo con una renovada esperanza positiva pero no dura mucho y supongo que eso es normal. he intentado engañar a mi cerebro con placebos, convencerlo de que no hay problema pero eso también se gasta. he tomado mi pastillas y dejado de tomarlas y vuelto a tomarlas por meses; he tenido la súbita epifanía de que no tengo por qué sentirme así y que no es normal sentirme así rodeado de las personas que más quiero y me quieren, en medio de un maravilloso mundo lleno de objetos brillantes y oportunidades pero, no sé, qué flojera.


la gente que dice No estés triste, No te enojes ha terminado por molestarme mucho, aunque sencillamente no tolero a aquellos cuya solución omnipotente es decirte Sonríe porque enseñar los dientes sólo me ha metido en más problemas con el dentista. me tomo casi como un insulto la frase Sé feliz. para mucha gente, la única emoción válida es la felicidad que muchas veces se confunde simplemente con alegría.



la depresión no es estar triste. a veces quisiera estar triste y a veces no puedo. hubo un momento en que el hecho de no poder sentirme triste cuando estaba bien seguro que debería estar triste era suficiente para ponerme triste, que era un alivio. pero eso se acabó pronto. describiría la depresión como un entumecimiento general de las emociones, como si se te rompe la caja de la risa o hubieras vendido tu alma. poco a poco, las cosas van perdiendo sentido: casi nada conserva un para qué. es como cuando haces una tontería en una borrachera y dices Eso me va a doler en la mañana. pero la mañana no llega. y luego sí llega pero un poquito. luego vuelve a llegar pero se va y luego no vuelve por muchos días y luego hay un eclipse. 


atesoras las cosas que te pueden causar cualquier emoción. la felicidad te pone eufórico pero también el enojo y la tristeza y los celos y todo lo que te haga sentir porque estás sintiendo algo. eso también se gasta rápido y las emociones se vuelven una droga: cada vez necesitas dosis más y más altas para sentir lo mismo y estás dispuesto a hacer cosas más y más estúpidas para conseguirlo porque cualquier cosa es mejor que no sentir nada.

la ansiedad, por otro lado, es mucho más esporádica pero mucho más explosiva. hay momentos en que mis uñas, mi piel o mi respiración pueden desatar un ataque de ansiedad que dure varios minutos. 


algunas personas me han visto en algún momento así y es terrible pues no tardo mucho en simplemente no poder decir nada y la ansiedad aumenta por saber que estoy preocupando mucho a la otra persona. he pasado meses despierto la noche entera sin poder salir de cama. hubo momentos en que no tenía el valor suficiente para salir de casa: no siempre fue algo evidente como pánico de cruzar la puerta, muchas veces era una serie de excusas y comportamientos: me tardaba de más bañándome, decía que a esa hora el camión ya no pasaba, que igual terminaría llegando tarde, que toda mi ropa estaba sucia, que mejor aprovechaba para desayunar bien, que mañana sí saldría. afortunadamente, hace un buen tiempo que no sufro algo así. hoy por hoy no estoy, por mucho, en ese terrible lugar.


con todo, he tenido muy buenos momentos en los últimos años y he estado rodeado de personas, perros y presencias virtuales maravillosas que siempre me han acompañado aunque no digan nada, sin presionarme a hablar o salir adelante ni juzgar: me han ayudado a salir de la cama, me han obligado a bañarme y rasurarme y salir al mundo. todas esas cosas, incluso de mala gana, me han ayudado.

cuando Hyperbole and a Half ha escrito sus entradas sobre la depresión, siempre termina con algún mensaje esperanzador. no estoy seguro de tener uno; estos días he iniciado un fuerte cambio en vida: he decidido dejar Guanajuato y volver a San Luis a terminar de estudiar, buscar un trabajo, empujar presencialmente mis proyectos y vivir bajo la tutela de mi padre quien no me va a dejar andar de huevón; ya me aceptaron en la UASLP y en ciertas preparatorias andan peleándose por no tenerme así que sigo a la expectativa. si quizás no estoy eufórico con el cambio pues no es manera de cerrar ciclos, definitivamente estoy animado.

ese es, pues, mi mensaje esperanzador: tal vez no es tan malo salir de las sábanas un día o dos.





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