cumplí mis primeras dos semanas como alumno de la autónoma, más o menos. en realidad, todavía no soy alumno y falté dos días de los primeros diez. me repito constantemente que la dificultad aumentará y que no tardamos en empezar a hacer algo. nadie parece tomarse muy en serio las clases aunque admiro su valor para decir todo lo que piensan -sea lo que sea- y así ganar su participación del día. no es sólo que en algunas clases empecemos desde muy abajo -que está bien, es mi culpa por estar tan anciano- sino que no se nos exige absolutamente nada: en una de las clases leemos; nos sentamos todos con las copias del mismo libro y escuchamos al profesor leer, palabra por palabra, las hojas que tenemos en las manos. es mi culpa por estar tan amargado. no se nos pide tener conocimientos previos y cualquier cosa que digamos está bien, porque somos especiales o algo así. por supuesto, con mi pinche actitud, no hablo con nadie y nadie tiene muchas ganas de hablarme en todo el día y esas horas de siete o nueve a tres se hacen largas, pero al menos llevo lonche.
no extrañaba esto pero sigo determinado. espero poder encontrar la forma para aprovechar las clases haciendo algo más provechoso -no puedo faltar porque pasan lista, encargan tarea y tampoco quiero que me sorprenda después- o algún proyecto. (tengo a mi padre para recordarme de la tesis.) el programa es sencillamente malo y el nivel en general lamentable, sigo creyendo que se puede mejorar y mucho y que yo puedo ser parte de ese cambio, esa presión: el reto es distinto pero ahí está.
sin embargo, la vida en San Luis tiene su lado bueno: puedo pasar tiempo en Carma casi todos los días. ya no gasto en gasolina porque ando en bici prácticamente a donde quiera que voy. veo a Dulce más seguido y a mi papá todos los días. he procurado ver más a mis amigos pero la rutina diaria me deja algo cansado.
extraño a mis amigos. voy a ponerme a trabajar.
