el día de hoy inicia el tercer año de vida para Carma y Casa Olímpica. me gusta decir que inicia el tercero más que cumplimos dos porque así recuerdo que tengo contrato inmobiliario firmado por otro año más y esa renta no se va a pagar sola. son, pues, dos años de la que es probablemente la decisión más espontánea y no-eshtoy-sheguro-qué-tan-bien-pensado-está-este-plan que he tenido, sobre todo por sus consecuencias e implicaciones a largo y corto plazo.
financieramente, me ha metido en deuda profunda -con mis padres, para variar- y no sólo no es fuente de ingreso para mí sino que terminó con mis ahorros más rápido de lo que pude haber previsto; pero tiene hoy un empleado de por encima del mínimo -aunque sin seguridad social- y un grupo de instructores que, en las semanas buenas sacan más de mil pesos.
habitacionalmente, he tenido numerosos inquilinos problemáticos, dinero que desaparece de caja, una cocina casi siempre sucia y recientemente con una perra que se adueñó del paito; pero hoy tenemos una bonita familia -en principio literalmente, pues son tres hermanos- que parecen vivir agusto y un lugar donde puedo tomar siestas de vez en cuando y sobre todo, un lugar donde hemos recibido muchas y nutridas visitas y sirve de punto de reunión permanente.
olímpicamente, ha recibido numerosísimas críticas sobre el conflicto de intereses que representa que yo, delegado, tenga una escuela donde se prepare gente para la participación en concursos -que es lo menos- y el vínculo con el sucio dinero que todos imaginan que llega a carretadas; pero ha recibido el apoyo de la gente necesaria y correcta, la aprobación de los olimpiquitos y sus familias y ha impulsado fuertemente la institucionalización y profesionalización que tanto defiendo.
en general, me estresa mucho; pero me hace feliz.
