miércoles, 11 de septiembre de 2013

miércoles tu tío el gramático

todos conocemos una persona -en muchos casos un tío, esposo de tu tía- que le encanta corregir la manera en que hablas. no me refiero aquí a los molestos grammar nazis de facebook, que no creen en los errores socialmente aceptables por la cercanía de teclas o el autocorrector. me refiero a gente que le gusta de corregir tus expresiones porque "así no se dice" y, de paso, demostrar que nunca en su vida ha hablado el español. 

les propongo una lista con cuatro de las correcciones que encuentro más molestas y cómo salir elegantemente de ellas. 

uno: el vaso de agua. 

uno está muy contento a punto de irse a dormir y le preguntan si quiere algo de la cocina. feliz de no tener que levantarse, inocentemente contestamos "sí, un vaso de agua por favor". hemos dado pie para que nuestro amigo haga gala de su humor y carisma con la respuesta, "de agua no tengo, tengo vasos de vidrio y de plástico."

lo que sucede aquí es que la persona ignora por completo que existe algo llamado metonimia y que lo usamos todo el tiempo. en este caso, contenedor por contenido. uno hace estas cosas diariamente y a veces sin esfuerzo; la dificultad para entenderlas puede ser señal de alguna afasia lingüística. igualmente, usamos metáforas en nuestra vida diaria pues las montañas no tienen pies ni las corporaciones cabeza. 

la salida elegante: "mire, ahorita no me esté chingando."

dos: ¿me pasas la sal?

este es uno que todos nos sabemos: uno quiere ser educado y -según las convenciones- las cosas se piden de cierta manera más o menos indirecta. por ejemplo, en la mesa, uno no pide que el salero le sea entregado sino que le pasen la sal. la reacción es siempre la misma: toman el salero, lo pasean frente a ti, lo regresan a su lugar original. incluso, si va a andar negando la existencia de la metonimia, lo correcto sería que echara algo de sal en su mano, la paseara frente a ti y que nada fértil vuelva a crecer en su palma. 

esto sucede con otras maneras "educadas" de pedir las cosas: "¿me prestas tu baño?" que se sigue del "sí, pero me lo regresas"; "¿puedo usar tu baño?" que es la invitación a "no sé, ¿puedes?". 

la salida elegante: "mira, ese chiste no me lo sabía."

tres: estabas del verbo ya no

estás sentado en tu silla, te levantas a servirte pastel y el tío gandalla aprovecha para ocupar tu lugar. regresas y educadamente le dices "ese era mi lugar" o bien "yo estaba sentado ahí". te responden que "pues estabas porque ya no". el pretérito imperfecto lo usamos para hablar de acciones inacabadas, ya sea porque no conocemos si han finalizado, porque realmente no han finalizado, porque sucedían paralelamente a otra o bien, intentando ser educados. el pasado simple del verbo ser no es "era" sino "fue". 

es decir, de la afirmación "la mochila era roja" no se sigue lógicamente que "la mochila ya no es roja". de "yo creía que" no se sigue que "yo ya no creo que" y así para todos los verbos. lo que sabemos es que la acción inició en el pasado pero no podemos afirmar sobre su terminación.

la salida elegante: polvo pica-pica en su pijama. 

cuatro: no vino nadie

te preguntan sobre el éxito de tu reunión de anoche y como has estado pendejeando a todo mundo por sus terribles hábitos de corrección, no hubo asistentes y contestas "no vino nadie". la respuesta es "ah, ¿o sea que vinieron todos?". esto sucede con frecuencia -como lo anterior- con personas que extienden ciertas propiedades lógicas a algo completamente práctico como es el habla y creen que como menos por menos es más, lo mismo debe aplicar para el español. 

la cosa no es así tan sencilla. la doble negación en general se utiliza como un refuerzo. uno podría decir que "nadie no vino" de donde sí se sigue que "todos vinieron" pero lo está diciendo de la manera más complicada. en general, la doble negación para implicar la afirmación se evita, pues diríamos "nadie faltó", no tanto negando el verbo como encontrando el que expresa la acción contraria. en estricto sentido, si faltar es no venir, pues sí está la doble negación; si pocos es no muchos, entonces también es usado como recurso poético, diciendo que "no son pocos". 

la salida elegante: "sí pendejo, vinieron todos. aquí estaban, anoche. todo el mundo, los siete mil millones de personas aquí en mi casa. estábamos algo apretados pero estuvo bien."



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