martes, 17 de diciembre de 2013

martes de ajedrez y guerra

siendo el escásamente atlético niño que era, naturalmente fui llevado hacia otro tipo de actividad física y deporte: el ajedrez. la gente debe asumir una correlación entre buenas calificaciones en la escuela y una habilidad innata para el juego porque me invitaban a torneos desde antes de que supiera jugar y por eso perdía muchos más juegos de los que ganaba. nunca quise dedicarle mucho tiempo pues me parece una actividad bastante estereotípica como el Sudoku, el cubo Rubik o el cálculo mental: encuentro al ajedrez monstruosamente aburrido como un prejuicio más que como una actitud real.

sin embargo, como mis actitudes deportivas sencillamente empeoraban con el paso del tiempo, me vi casi irremediablemente inmerso en el mundo del ajedrez. fue así como, en 1997, tuve oportunidad de asistir al Campeonato Mundial de Ajedrez, como expectador. no era de los más jóvenes ahí pero llamaba la atención. quizás por eso, al verme medio perdido en la sala de jugadores, el campeón mundial Juan Rosenstock se me acercara a platicar.

nunca he creído en las confesiones espontáneas. si Rosenstock quiso compartir conmigo sus secretos o su historia es porque estaba buscando alguien y yo le parecí inofensivo, quizás como un ensayo para algo más grande y público. la verdad es que no sé si lo hizo pero estoy seguro no haber sellado un pacto de secresía aquella noche de octubre.

esa misma noche regresé a casa y escribí lo más fiel que pude las palabras de Rosenstock. las guardé en mi caja de secretos y memorias y las volví a encontrar varias veces, editándolas un par, juzgando que mi memoria aquella noche me había traicionado y que con los años, las palabras habían ganado claridad en mi mente y oscuridad en el papel. transcribo aquí la última versión con la que tengo, no sin darle algunos retoques y querer adaptarla un poco más a mi insipiente estilo literario.
tienes que entender que cada partida es una guerra: las piezas son combatientes; el ajedrez es, quizás, el deporte más sangriento que existe pues lo que buscamos no es empujar un balón o recuperarlo, lo que queremos es tomar las posiciones del contrario, eliminar sus fuerzas, borrarlo del tablero.
antes de empezar, uno puede saber quién va a ganar. importa poco qué tanto conozcas las reglas, el tiempo, a tu oponente. lo que tienes que conocer son las piezas, saber su historia. ¿por qué están ahí peleando? ¿siguen a la guerra a su Rey amoroso y protector o van obligados por su tirano opresor? sólo bajo estas condiciones sería posible que piezas tan fuertes como una Torre, un Caballo, una Reina, y piezas tan nobles como Peones, acepten entregar su vida defendiendo una pieza tan débil como es el Rey. escúchalos. aprende su historia, su mitología, la manera en que llegaron al poder.
piensa no en tomar las posiciones del contrario, no en eliminar sus fuerzas sino en atacar su ánimo, en hacerles dudar de su lealtad; la guerra que debes ganar es múltiple y no depende sólo de las bajas: cuida sus movimientos, sus intenciones, sus esperanzas.
no estoy seguro de que hubiera terminado su charla o si con el tiempo he olvidado el remate. tampoco podría afirmar que ha modificado mi vida, pero sospecho que es probable que no haya sido yo el destinatario real del mensaje, que deba ser sólo un reproductor.



Licencia de Creative Commons
escribesaurio by Uge Saurio is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License. Creado a partir de la obra en escribesaurio.blogspot.com. Permissions beyond the scope of this license may be available at escribesaurio.blogspot.com.