viernes, 31 de enero de 2014

viernes de educación formal

toda educación formal debe estar basada en la muy sencilla premisa de que es mejor ir a la escuela que no ir. uso aquí "escuela" en un sentido muy amplio, es decir, es mejor recibir la educación que no recibirla. antes de que pienses en contraejemplos, te ruego que entiendas que estoy hablando de la visión desde la educación formal, la que se decide desde instancias centrales, que entrega títulos, reconocimientos, la que es obligatoria por constitución y que incluye un sistema educativo, escuela, profesores, etcétera. imagino que podrías estar pensando que la educación no es para todos, quizás ya estás enumerando a Steve Jobs, a Bill Gates, a Mark Zuckerberg, a poderosísimos millonarios que terminaron saliéndose de la Universidad porque ésta no cumplía con sus expectativas. sí, la educación -sobre todo la educación superior- no es para todos. es más: la escuela es un pésimo lugar para aprender ciertas cosas y definitivamente no es el único lugar o medio donde y mediante el cual podemos aprender. sin embargo, romantizar esta misma visión desde el ámbito de la escuela formal es cínico: uno no va a la escuela a que le digan que podría educarse mejor fuera de ésta, a que le repitan que el mundo laboral no se parece al universitario, etcétera.

es decir, la escuela tiene que servir de algo, tiene que valer la pena, el esfuerzo, el tiempo, el dinero. 

con frecuencia esto no es así, no sé si intencional o inocentemente, la educación -sobre todo la superior- puede terminar pareciéndose a uno de mis cómics favoritos de SMBC. para sostener y distinguir ciertas actitudes que dañan este axioma, quisiera presentar una situación muy larga y muy específicas. aunque no creo que sea complicado rastrearlas a las personas y situaciones reales, no lo hago porque sea yo un grandísimo imbécil -que lo soy- sino que las presento como transcripción casi literal porque las considero perfectos ejemplos de esto, sobre todo ilustrativos.


situación: el profesor (que llega todos los días al menos quince y hasta veinticinco minutos tarde) ha decidido romper con la enseñanza tradicional repartiendo temas para que éstos sean expuestos por equipos, una técnica sumamente novedosa. (aunque creo que mi sarcasmo es evidente, el profesor ha dicho explícitamente, que es eso, que estas son "técnicas modernas" o "tendencias actuales".) las exposiciones son temas sumamente completos como la teoría conductista o la teoría piagetana -hasta ahora- debiendo hacer énfasis no sólo en la educación sino en la educación matemática. los alumnos no dominan los temas -no han sido tratados a profundidad en clases anteriores-, tienen apenas un día para empezar a prepararse y el tema se cubre en menos de cuatro sesiones.

(evidentemente estoy hablando de una clase teórica. el día de ayer me comentaron que esta práctica está tan extendida que hay quienes dirigen así un curso de Álgebra, situación de la que me burlé -por creerla imposible- hace algunos días. para ésta, que era la primera materia de álgebra, la maestra repartió temas a lo largo del semestre y cada exposición fue la única oportunidad de tratar cada tema.)

por supuesto, los temas se tratan con una superficialidad que se entiende y explica por la falta de preparación de los compañeros, quienes han tenido que asumir la responsabilidad de educar ante un enorme malentendido didáctico de parte del profesor y unas intervenciones que son en general insuficientes, cuando no abiertamente concepciones teóricas erróneas. escribo esto después de haber discutido abiertamente y en clase sobre las serias limitantes de seguir trabajando así y he recibido una serie de argumentos que me irritan muchísimo sobre los cuales, por supuesto, ironizo irrespetuosamente aquí:
  • los contenidos dan para uno o dos semestres, la parte psicológica, la parte epistemológica, la parte pedagógica y la más específica matemática, así que lo mejor es buscar cubrirlos en una o dos sesiones nada más.
  • ustedes están acostumbrados a que les entreguen el conocimiento terminado y no investigan por cuenta propia porque si has podido señalar errores o insuficiencias teóricas, esto seguramente es una coincidencia. 
  • haciendo esto procuro que tengan mayor experiencia porque el día de mañana también van a estar frente a grupo, a menos por supuesto que dividan los temas entre los alumnos y los pongan a exponer por equipos. 
  • la clase va a seguir siendo así, a menos que todos me pidan y entonces yo empiece a hacer una clase tradicional, hablando, escribiendo en el pizarrón y aburriéndolos pero van a seguir sin aprender porque ustedes no se preocupan por construir su conocimiento. y si no les gusta, pues pueden darse de baja. y si la vuelven a inscribir y tampoco les gusta, a lo mejor son ustedes el problema. 
esa última es una transcripción casi textual.

(no quiero realmente ponerme a discutir aquí las que yo percibo son equivocadas concepciones teóricas en las citadas corrientes pedagógicas sobre las cuales -además de enseñarlas así- termina sustentando su práctica. ese es un tema un poco más complejo que discutiré más adelante porque esta entrada ya es demasiado larga como está; tampoco discutiré -lo haré más adelante- cómo muchas veces los alumnos representan un serio problema para la clase que pudiera traer muy bien preparada un maestro.)

quiero centrar mi ya larga e irrespetuosa crítica en el punto sobre el conocimiento terminado al que varios profesores dicen que estamos acostumbrados, me parece como herencia de no entender qué significa "construir el conocimiento". creo que una manera en que les gusta explicar esto es mediante una analogía donde el conocimiento es comida y su postura sería más o menos así:
ustedes quieren que les demos la comida prácticamente masticada y directamente en la boca.
lo que yo considero que no corresponde con la petición y exigencia que hacemos los alumnos de ser educados. de nuevo, me parece que obedece a un mal entendido sobre qué significa "construir el conocimiento". siguiendo la analogía, yo describiría la situación de la siguiente manera:
llegamos a un restaurante elegante y caro. pedimos al mesero -o al chef- que nos traiga el platillo que más se nos antoja. el mesero regresa no con mi lasagna sino con varias hojas de pasta medio rotas, calabazas y champiñones sin lavar y medio golpeados, carne molida de colores dudosos, mantequilla y queso medio aguado y nos dice: Aquí está.
no es que yo no pueda cocinar lasagna, es que no voy a un restaurante para eso. e incluso si me dieran la lasagna ya preparada, nadie puede comerla por mí -muy concretamente, la parte de digerirla-, eso sin mencionar que nada más entrar al restaurante me ha costado trabajo y años de reservaciones, que los cubiertos son míos, etcétera. (o podríamos plantear que después de tomar mi orden, el mesero se acerca a otra mesa y dice: Rápido, el señor de la mesa 4 quiere lasagna, pasen a la cocina; no es realmente mi interés seguir discutiendo en términos de comida italiana.) 

yo ya sé que hay libros sobre los temas, yo ya sé que Google tiene muchísimas respuestas, que hay tutoriales muy interesantes, puedo imaginar que hay cuestiones en las que el mundo laboral es mucho muy distinto -y entiendo que no basta con saberlo, hay que usarlo- pero no voy a la Universidad a que me digan eso. la experiencia que uno debe recibir de la escuela -es decir, la experiencia que deben procurar los maestros y directivos- debe superar lo que uno pueda obtener fuera de ella para el mismo propósito.



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