creo que siempre he sido terrible con las chicas. para empezar, a mi edad, todavía me debato si decir “chicas” —que es mi elección más popular estos días— para no decir “niñas” o, peor, “mujeres”. durante los años de mis primeros intentos, jamás fui capaz de expresar mis sentimientos de manera sincera y abierta, y sería ingenuo pretender que no he cruzado la frontera del patán, que no me he dejado llevar por la oportunidad, que siempre he actuado de manera honesta y sentida cualesquiera que pudieran ser las razones.
de los recientes, en retrospectiva, me temo que lo que más me pesa es no haber sido un buen amigo. hace algunos años caí perdidamente por una amiga y por meses cuando no años completos, actué como que si fuera inmune a las indirectas, como si las directas fueran en otra dirección, como si se tratara de una prueba de resistencia contra corriente, campo traviesa, con obstáculos. hice de mis sentimientos un asunto público e insistía en actuar como si fuera una conquista bélica, una invasión en la que ganaba o perdía terreno. no me imagino cuántas veces debí haberla sentir increíblemente incómoda por decir poco, con lo que decía, con lo que le decía, con las situaciones a las que la obligaba, navegando con bandera blanca pero con intenciones ocultas. si sirve de algo, me disculpo.
lo mío era una pretensión que había sido negada, que era claramente no-deseada pero que me resistía a ceder y, para guardar mi posición, me movía entre el papel del amigo y el de enemigo declarado. entonces no tenía esta certeza clara.
esto es lo que sé ahora: mi amiga fue mejor amiga de lo que yo jamás fui. aunque yo pretendía que no, ella había dejado en claro su posición, yo solo creía que podía hacerla cambiar de opinión; no que no se pueda —sin violencia ni opresión, incluso— pero no desde la posición del falso amigo, del oportunista. si ella fue clara conmigo, yo no lo fui con ella: cada vez que me dejaba elegir, yo me negaba a hacerlo. la palabra “friendzone” me parece nefasta ahora y esto es lo que sé: no es una zona, es una elección.
en su acepción original, la “friendzone” era la región donde el otro te ve como un amigo porque es el camino que ha tomado la relación, porque nadie nunca ha dicho otra cosa y eso sigue pasando con miles que no dejan en claro sus intenciones y pretenden que sus acciones sutiles hablen por sí solas. la “friendzone” parte de suposiciones muy violentas y desagradables: el otro me debe amor —y de vez en cuando sexo— por tratarlo como persona. sí, las amistades pueden convertirse en relaciones de pareja, sí, puedes albergar profundos sentimientos de amor verdadero por tu mejor amiga o amigo, si quieres; lo que necesitamos entender es que nadie te debe nada por ser una buena persona, no reciprocidad. así, la “friendzone” es el berrinche más grande del mundo y no hay manera de ponerlo en que alguien pueda salir bien parado: “me puso en la friendzone porque la trato bien”, “he hecho mil cosas lindas por ella y todavía no me ama”. es ridículo, es violento.
así, empezando el 2015, es necesario que este término desaparezca.