a veces no puedo evitar desviar la mirada, cerrar el puño, mirar abajo, perder el alma. no son celos, es un fuego que arde sobre mis libros sagrados, es la llama que consume lejos de aquí en algún otro lado, es el incendio en mi biblioteca de historia y anuarios y cartografías del mundo conquistado, es la alquimia descubriendo la ciencia, sabiendo que será "eso que hacíamos antes de pensar claro" y poco más. (hay un cerillo de distancia entre los sueños y las distopías.) te digo, pues, que no son celos, es una tonelada de cemento en mi estómago, son diez mil días que debo olvidar, una nueva historia que debo aprender, mapas de nuevos lugares que ya no conoceré; es un subconjunto de mis órganos vitales siendo arrastrado desde las venas, es una aguja que me atraviesa el pecho mientras hago como si no pasara nada, es vivir mordiéndose el labio. siempre me ha gustado mucho tu nombre pero ahora me parece un poco amargo.